Albóndigas en salsa casera (Tiernas y jugosas) con patatas fritas

Si hay un plato que no suelo pedir en bares y restaurantes es éste, las albóndigas. Suelen estar secas. Pueden llevar una salsa muy rica pero por dentro están como piedras, sin sustancia, sin jugo. Las albóndigas saben a carne de hamburguesas y la salsa a lo que sepa la salsa.. a que habéis tenido esta experiencia?
El secreto para hacer unas estupendas y jugosas albóndigas es la cocción de la carne dentro de la salsa. De esta manera la salsa se "incorpora" a la carne de las albóndigas aportándole todo su sabor.
He leído muchas recetas de este plato y en un alto porcentaje frien las albóndigas por una parte; de otra hacen la salsa y casi finalizan poniéndoles ésta por encima. Sin más. Así es imposible que las albóndigas sepan a nada más que a la carne de la que están compuestas.
Os propongo esta forma de prepararlas. Comprobaréis un resultado muy distinto.
Un tema importante en la elaboración de este plato es que la salsa no está espesa desde el comienzo facilitando así su penetración en la carne. De tener una salsa espesa el proceso costaría mucho más. Esta salsa se va espesando poco a poco a la vez que va impregnando totalmente por dentro las albóndigas.
En resumen, tres son los secretos que para mí dan por resultado unas sabrosas albóndigas en salsa:
  • Incorporación de ingredientes húmedos a la masa de las albóndigas en la cantidad justa para que no resulten demasiado "densas" y secas por tanto
  • Cocción lenta y durante el tiempo suficiente dentro de la salsa para que tomen el sabor de ésta, quedando jugosas y tiernas (tiempo que si utilizamos olla rápida como veréis se reduce a 7/10 minutos)
  • Utilización de un fondo oscuro que enriquecerá el sabor de la salsa.
Vamos a las explicaciones sin más tardanza.


INGREDIENTES
  • Ingredientes para las albóndigas
    • 800 gramos de carne picada (mezcla de cerdo y ternera)
    • 2 huevos
    • 70 gramos aproximadamente de pan rallado
    • Unas ramas de perejil picado (solo hojas)
    • Una pizca de canela
    • Una pizca de nuez moscada
    • Un poco de sal
    • Un poco de pimienta negra molida
    • 2 dientes de ajo picados
    • 100 cc de leche entera
    • Harina para rebozar
    • AOVE para freir
  • Ingredientes para la salsa
    • Unas cucharadas del aceite de freir las albóndigas (colado)
    • 2 dientes de ajo
    • 1 cebolla grandecita
    • 1 vaso de vino blanco
    • 1 hoja de laurel
    • 2 ramitas de perejil
    • 1 ramita de tomillo
    • Pimienta negra en grano
    • 1 litro de fondo oscuro (o caldo de carne)
    • Sal
    • 2 zanahorias (que sean tiernas)
    • 1 latita de guisantes
ELABORACIÓN:
Comenzaremos batiendo los dos huevos en un bol amplio. Agregaremos la leche y los dos dientes de ajo picaditos y también el perejil. Si lo preferís podéis machacar los dientes de ajo en lugar de cortarlos. Yo en esta ocasión he preferido incorporarlos troceaditos bien pequeños.
A continuación añadiremos la nuez moscada, la canela, la sal, la pimienta negra. Removeremos bien el conjunto.
Incorporaremos la carne picada. Aquí quiero hacer un comentario. Podríamos hacerlas con carne de ternera solamente. Pero en ese caso deberíamos añadir algo de tocino bien picadito. Yo las hago con mezcla de cerdo y ternera por esa cuestión precisamente. Porque la carne de cerdo le aporta la grasa necesaria para que no queden secas. Removeremos un poco el conjunto e incorporaremos el pan rallado. Inicialmente poca cantidad.
Es preferible mezclar bien con las manos, si no os importa manchároslas. Se tarda menos y queda mejor. La mezcla debe quedar blandita, pero suficientemente densa como para formar bolitas sin que se nos pegue en exceso a las manos. Si viéramos que se nos ha espesado en exceso pondríamos un chorrito muy pequeño de leche y volveríamos a mezclar. Si, por el contrario, nos ha quedado líquida en demasía añadiremos más pan rallado.
Taparemos con film plástico de cocina la carne y dejaremos que repose un rato tapada.
Formaremos las bolitas (a mí no me gustan demasiado grandes pero eso va a gustos...) las pasaremos por harina
Y las freiremos en AOVE bien caliente hasta que estén doraditas. No demasiado porque lo importante aquí es "sellarlas". El interior ya se hará dentro de la salsa al cocer.
Según vayan saliendo de la sartén iremos poniéndolas sobre papel de cocina para eliminar el exceso de aceite.
Vamos a proseguir ahora con la salsa.  Colaremos el aceite dónde hemos frito las albóndigas y echaremos unas cuantas cucharadas en una cacerola bien amplia dónde las albóndigas quepan holgadas. Lo pondremos a calentar y doraremos en él los dos dientes de ajo picaditos.
Me gustaría comentar el hecho de que veo en muchas recetas la incorporación de cebolla y ajo a la vez al sofrito. Veamos, si nos gusta ese sabor de ajo "frito" no podremos añadirlo junto con la cebolla, por un motivo muy simple, porque la cebolla en cuanto toma contacto con el aceite caliente comienza a exudar agua con lo que el ajo no freirá si no que cocerá y ya sabemos lo distinto que es el sabor del ajo cocido del frito. Verdad?
Bien, una vez el ajo ha tomado un bonito color dorado incorporaremos la cebolla picadita. Dejaremos que se poche despacito a fuego muy lento con la cacerola tapada.
El paso siguiente será la incorporación del vaso de vino blanco. Subiremos el fuego un poco para reducir el vino y una vez ha reducido un poco añadiremos el bouquet garni (Pinchad aquí para ver su forma de elaboración) y las bolitas de pimienta negra.
Pondremos las albóndigas que teníamos reservadas dentro de la cacerola y añadiremos el litro de fondo oscuro.
Ya sé que quizás no os vaís a poner a hacer un fondo oscuro solo para hacer estas albóndigas pero si os gusta enriquecer las salsas con un buen fondo oscuro y soleis tenerlo en el congelador o en el frigorífico esta es una buena ocasión para utilizar parte de él. Os pongo el vínculo para los que no lo habéis hecho nunca si tenéis curiosidad por saber cómo se hace. Os aconsejo que probéis la diferencia del sabor de la salsa enriquecida con un fondo de este tipo.
De todos modos si no tenéis a mano un fondo oscuro utilizad sin problema un buen caldo de carne, casero a ser posible pero si no hay otro remedio... uno comprado, de una marca que os merezca garantía también será adecuado.
Removemos bien el conjunto, rectificaremos de sal (cuidado porque la salsa reducirá aumentando la concentración de sales) y dejamos que las albóndigas cuezan dentro de la salsa con la cacerola tapada para evitar evaporaciones innecesarias. Como podéis ver en esta fotografía hay mucha cantidad de salsa, más de la que se precisa pero pongo esta cantidad de manera intencionada. Os explico, la harina que lleva el rebozado de las albóndigas irá espesando la salsa poco a poco y si dejo poca cantidad de salsa, en poco rato tendré una mezcla tan espesa que además de correr el riesgo de que se me pegue al fondo de la cacerola, no podrá penetrar en las albóndigas impidiendo con ello que me queden jugosas.
Si las hacéis en cacerola normal os van a salir igual que si utilizáis una olla rápida. Mi olla rápida tiene un diámetro que me viene de perlas para cocinar en ella platos de este tipo. Es de 28 cm, un diámetro que frabrican muy pocas marcas de ollas rápidas.
Me ahorro una cocción de 30/45 minutos...cierro la olla y cuando sube la válvula con diez minutos hay de sobra. Sé con seguridad que tendré unas albóndigas absolutamente tiernas y jugosas.
Si no necesitáis que la salsa esté fina podéis añadir las zanahorias y guisantes antes de cerrar la olla pero a mí me gusta que la salsa esté triturada. Por eso retraso la incorporación de la zanahoria y los guisantes hasta después de haber triturado la salsa. No lleva demasiado trabajo, aparto con un tenedor las albóndigas y las voy poniendo en una bandeja. La salsa la pongo en un vaso alto y trituro el conjunto con la batidora eléctrica. Incorporo de nuevo salsa y albóndigas a la cacerola. Añado las zanahorias troceaditas y los guisantes y dejo hervir solamente el tiempo que sea necesario para ablandar las zanahorias, que ya sabéis que es muy poco si son tiernas y están cortadas pequeñitas. Aquí ya le daré el punto de sal que me guste ya que no reducirá en exceso.
Suelo servirlas acompañadas de patatitas fritas cortadas en cubitos. Me gusta incorporarlas al guiso unos minutos antes de apartarlo del fuego porque así las patatas toman el sabor de la salsa. Pero también quedan bien sin cocer en ella.
Quiero deciros que es un plato que congela perfectamente. Siempre hago mucha más cantidad de la que precisamos en casa para una comida y el resto lo pongo en tuppers dividida en raciones que voy sacando según preciso. Un consejo: si váis a congelar estas albóndigas dejad la salsa un poquito más clara de lo que os guste. Por qué? Pues porque es mucho más fácil calentarlas cuando estén descongeladas. Pensad que la salsa al enfriarse espesa.
Bueno, hasta aquí esta receta que estoy segura de que os encantará si la probáis.
















FONDOS BÁSICOS - Fondo oscuro (Fond brun) - Caldo oscuro

Los "Fondos" son uno de los fundamentos de la cocina. Comunmente se los conoce como "caldos" y son la base para la elaboración de muchas otras preparaciones. Sirven para para humedecer estofados, constituye el ingrediente principal de algunas sopas y consomés y son la base para elaborar salsas por todos conocidas y para enriquecer muchos platos.
Existen varios tipos de fondos, el fondo blanco (Fond Blanc) el fondo oscuro (Fond brun) y el caldo de pescado (llamado Fumet).
Hoy haremos un fondo oscuro. Nos servirá para enriquecer platos de carne o de caza y elaborar salsas tan conocidas como la Salsa española (Ya os pondré una entrada explicando su elaboración) o la demi-glace.
La diferencia fundamental entre un fondo claro (todos los ingredientes van en crudo) y un Fondo oscuro es el proceso de tostado al que se someten todos sus ingredientes y que nos dará un sabor a asado, no cocido como en el fondo blanco. Este proceso de tostado de una parte le van a aportar color al fondo, evidentemente también sabor y, como luego veremos, nos servirá para eliminar buena parte de las grasas que contienen los huesos.
La elaboración de un buen fondo lleva su tiempo pero de verdad que merece la pena el tiempo empleado en ella. Pensemos también que nos va a salir cierta cantidad y que podremos conservarlo en el frigorírico 5/7 días o, mejor, dentro del congelador y así podremos utilizarlo cuando nos convenga.
INGREDIENTES:
  • 4/5 litros de agua
  • 3 kg huesos de ternera (de rodillas y de caña para que tengan tuétano)
  • 1 "Bouquet garni" (Hoja de laurel, ramita de perejil y ramita de tomillo)
  • 250 cc de vino tinto de muy buena calidad
  • Ingredientes de la bresa:
    • 1 cebolla bien gorda
    • 2 puerros (las partes más verdes)
    • 2 zanahorias
    • 2 tomates maduros
ELABORACIÓN
Precalentamos el horno a 180/190 grados e introducimos en él la bandeja con todos los huesos.
Dejaremos dorar los huesos unos 45 minutos. Eso dependerá del funcionamiento de nuestro horno, claro.
 
Mientras van dorándose los huesos en el horno prepararemos el bouquet garni. Para ello tomaremos una hoja de laurel, pondremos encima una ramita de perejil doblada y una de tomillo, envolveremos ambas con la hoja de laurel y sujetaremos el "paquetito" con hilo de cocina. Así podremos sacar las especias cuando nos interese sin que se mezclen con el resto de ingredientes.
A continuación prepararemos la bresa, es decir las verduras que se utilizarán en el fondo oscuro y que también irán todas tostadas. Por tanto no las cortaremos demasiado pequeñas para que no se tuesten en exceso dentro del horno y nos aporte un sabor amargo al caldo.
Transcurrido el tiempo suficiente para que se doren un poco los huesos, añadiremos a la bandeja las verduras troceadas y las someteremos también al horneado durante una media hora aproximadamente para que la verdura pierda todo el agua y se dore.
Una vez tengamos ya dorados huesos y verduras incorporaremos estos a la olla que tendremos llena con 4/5 litros de agua fría.

Decíamos arriba que este dorado de los ingredientes que forman parte del fondo oscuro nos servían para dar color, aroma...pero también para eliminar parte de las grasas.
Fijaos en la bandeja una vez sacados los huesos... tenemos el concentrado que se adhiere al fondo tras haberse asado los huesos y verduras pero también hay una cantidad importante de grasa que deberemos desechar ya que no nos aporta nada en absoluto al caldo. Por eso iremos cogiendo con unas pinzas los huesos y verduras pero no volcaremos el contenido de la bandeja. Una vez quitados huesos y verduras de la bandeja pondremos esta sobre el fuego de la cocina para que la grasa se licúe mucho y sea más fácil eliminarla.
Y ahora sí, ahora tendremos en la bandeja únicamente "la sustancia", los jugos caramelizados que han quedado adheridos al fondo producto de haber tostado los huesos y verduras. Ese "repegadito" por supuesto que sí lo aprovecharemos para el caldo. Ahora tendremos la bandeja limpia de grasa.
Esa sustancia incrustada en la bandeja la desglasaremos con vino. Esperamos a que se caliente bien y echaremos el vino tinto. El vino caliente irá despegando la sustancia pegada a la bandeja. Esperaremos a que el vino reduzca un poco con la placa sobre el fuego de la cocina.
Iremos raspando un poco con espátula el fondo de la bandeja para que se vaya desprendiendo toda la sustancia y se mezcle con el vino. Volcaremos el contenido de la bandeja en la olla.
Pondremos la olla a fuego lento. No permitiremos que hierva fuerte en ningún momento porque las grasas quedarían incorporadas al caldo y no sería aconsejable.
Tan pronto como veamos que en la superficie del caldo aparece espuma iremos retirándola con una espumadera..
Tendremos un recipiente con agua fría al lado para ir "limpiando" la espumadera cada vez que desespumemos, esto facilitará que la espuma quede en el agua y no en la espumadera.
Habremos tenido el caldo como 6/7 horas hirviendo despacio. El trabajo de desespumar casi es constante a lo largo de toda la cocción. Al final ya lo que nos quedará será retirar de la superficie del caldo la grasa que pueda haber. Con un cucharón o cazo haremos este proceso eliminando la mayor cantidad de grasa que podamos.

También podríamos desgrasarlo dejándolo enfriar completamente. La grasa se irá arriba formando una película sólida que será muy fácil de retirar.
Por último colaríamos este caldo sobre un colador con un papel de cocina. Iremos echando el caldo a cazos sobre el colador, poco a poco. No volcando de golpe.
Este caldo podría ser una base para guisos, para asados, para estofados..Pero si quisieramos utilizarlo para salsas deberíamos reducirlo por evaporación.
Para obtener una glasa deberemos reducir a la décima parte de su volumen el fondo oscuro una vez desgrasado y eliminado cualquier impureza que pudiera contener,  sometiéndolo a una cocción lenta durante el tiempo necesario para que vaya reduciéndose hasta tener una consistencia viscosa, desespumando si fuera necesario.  El resultado final será una especie de jarabe, brillante y densa.
Esta sustancia concentrada se utiliza en pequeñas cantidades para reforzar el sabor de salsas y guisos o para napar algunos alimentos.
Por el contrario, para obtener la base de una Salsa española reduciremos a la mitad de su volumenn el fondo oscuro.

Pollo al horno con cebollitas francesas

Podría realizarse esta receta de la misma forma sin trocear el pollo. En mi caso, no somos más que dos en casa y preparar el pollo de esta manera me permite tener congelada otra ración para dos que me viene de perlas cuando no tengo ganas o tiempo de cocinar. Así troceado en trozos grandes lo empaqueto mejor y me cabe en un tupper altito. Además, creo tarda menos tiempo en hacerse que si no lo troceamos y que la carne se impregna más de los aromas de la salsa. De todos modos si os apetece hacerlo entero, ya sabéis, todo igual pero sin trocear.

Precisamente porque la segunda vez que tomo este pollo asado es después de haberlo descongelado ya cocinado, procuro al meterlo en el congelador, que tenga suficiente salsa para que luego al calentarlo e nuevo en el horno no se me quede en nada e incluso se me llegue a pegar. Por eso véis que en las fotografías hay bastante salsita.
INGREDIENTES
  • Un pollo bien grande entero o cortado en octavos.
  • Una bolsa de cebollitas francesas
  • 3 ó 4 dientes de ajo gorditos
  • 1 limón
  • sal
  • pimienta negra
  • 1 vaso escaso de aceite
  • 1 vaso escaso de brandy
  • Un poquito de agua (si fuera preciso)
ELABORACIÓN:
  1. Precalentamos el horno a 200º aproximadamente. Calor por arriba y por abajo.
  2. Ponemos en la bandeja de hornear el pollo troceado, las cebollitas francesas peladas, los ajos enteros pelados.
  3. Salpimentamos.
  4. Cortamos en limón a la mitad y exprimimos un poco su zumo por encima del pollo dejando el limón dentro de la bandeja para que se cocine.
  5. Calentamos bien el aceite y cuando comience a humear lo echamos sobre el pollo.
  6. A continuación echamos el vaso de brandey en el fondo de la bandeja sin mojar el pollo.
  7. A partir de ahora solo nos resta que el pollo vaya dorándose poco a poco. Cuando esté bien doradito por un lado daremos la vuelta a las piezas con unas tenazas y dejaremos que se vayan haciendo del otro lado. De vez en cuando, mientras dura el asado, iremos regando el pollo con el líquido de la bandeja para que no se quede seco y vaya tomando el sabor de los ingredientes.
Si viéramos que las cebollas y los ajos ya están perfectamente dorados los retiraríamos reservándolas para ponerlos en el último momento ya que de lo contrario quizás se nos tuesten demasiado.
Si la salsa se nos evapora en exceso podemos agregarle un chorrito de agua. Lo importante es que el pollo no se ase de forma "seca" si no que tenga líquido suficiente para ir impregnándose y que quede jugoso.

Puerros agridulces

Hace ya muchísimos años, íbamos de viaje y parando en un restaurante de carretera para hacer un alto en el camino vimos unos puerros entre las tapas que ofrecían. Nunca se nos hubiera ocurrido que unos simples puerros pudieran estar tan deliciosos. Por supuesto pedimos un par para probarlos. El camarero fue tan amable que al comentar que nos habían encantado nos dijo como los preparaban. El sabor agridulce aderezado con una pizca de pimienta negra y un chorrito de aceite no podéis imaginar lo ricos que están!
 

Solomillo Wellington. Un plato para gourmets- Como realizarlo paso a paso

Este de hoy es un plato clásico dónde los haya. Una preparación que lleva su tiempo y su técnica y que os dejará a la altura que merecéis como cocineros cuando ofrezcáis este plato a vuestros comensales. Como un rey/reina quedareis!!! No es una receta para todos los días, ni mucho menos. Quedaría estupenda formando parte del menú de una comida de estos días de Navidad, por ejemplo.
He tratado de explicarla muy, muy detalladamente, con muchísimas fotografías que estoy segura os ayudará a moveros sin dudas cuando la elaboréis. Que no os desanime lo largo de la entrada. Un día es un día!! Y nuestros familiares y amigos, todos los días, pero especialmente estos de Navidad merecen un pequeño esfuerzo de nuestra parte.
Básicamente podría decirse que se trata de un solomillo, generalmente de buey o ternera (pero que también puede aplicarse a un solomillo de cerdo de calidad) que se cocina untado en foiegras bajo una capa de crema de cebollas y champiñones (salsa "Duxelles") y otra de jamón. Todo ello envuelto en hojaldre. Tentador. Eh!!
No voy a aburriros con orígenes y datos históricos de esta receta. Los podéis encontrar en la Red sin dificultad alguna. Vamos sin más tardanza a por el solomillo Wellington!!!
INGREDIENTES
  • Un solomillo de buey, ternera o cerdo
  • AOVE
  • Mantequilla
  • 1 Cebolla bien gorda o 2 chalotas
  • 250 gramos de champiñones
  • Sal
  • Pimienta
  • 1 vasito de vino dulce
  • Lonchas de jamón serrano
  • 100 gramos de foiegras
  • 1 lámina de hojaldre (a poder ser refrigerada, no congelada)
  • 1 huevo batido

ELABORACIÓN
Comenzaremos por marcar bien el solomillo por todas partes (antes lo habremos salpimentado). Que quede bien doradito. Lo haremos en una sartén dónde quepa holgadamente para que conserve su forma. Echaremos un chorreón de AOVE en la cazuela y cuando esté bien caliente pondremos en su interior la carne girándola poco a poco hasta que veamos que por todas partes ha tomado color. Así se nos cerrará el poro y evitaremos que pierda sus jugos dentro del hojaldre ablandando éste y dificultando que suba la masa.
Reservaremos el solomillo hasta que esté completamente frío.
Esta que véis en las fotografía es una de mis ollas rápidas que más utilizo. Se trata de una olla de un diámetro poco habitual en este tipo de ollas rápidas, es de 28 cm lo que me permite un espacio magnífico para dorar carnes o como en este caso, piezas, que en cacerolas de diámetro más convencional no cabrían. Tiene un fondo extraordinario que distribuye el calor de forma homogénea sin que llegue a pegarse los alimentos en él. En este caso la estoy utilizando como una cacerola normal como hago con ella en muchas otras preparaciones.
No me enrollo. Sigo. Vamos a preparar ahora la salsa duxelles. En la misma cacerola o sartén que hayáis dorado el solomillo echaremos un poco de mantequilla y la pondremos a fundir.
Agregaremos la cebolla o chalotas bien picaditas y a fuego lento dejaremos que se poche.
Mientras tanto iremos cortando en láminas finas los champiñones que habremos lavado bien eliminándoles cualquier rastro de tierra.
Es preferible trabajar con la cacerola tapada mientras la cebolla pocha. Estará en su punto cuando veáis que adquiere una aspecto translúcido.
Añadiremos ahora los champiñones fileteados
Y dejaremos que se rehoguen bien. Subiremos el fuego mientras esto ocurre. Ya sabéis que los champiñones sueltan mucha agua mientras se cocinan. Es conveniente hacerlo siempre con fuego fuerte para que este agua se evapore rápidamente. Tardan poco en hacerse así que no descuidéis su cocción para evitar que se peguen.
Añadir una pizca de sal pero con cuidado ya que la receta lleva lonchas de jamón serrano y es fácil que nos pasemos con la sal si no andamos con cuidado.
En cuanto veamos que los champiñones han perdido el agua que soltaron añadir el vasito de vino dulce y seguir trabajando a fuego fuerte para que el vino se reduzca. Deberá quedarnos una salsa espesa, con cuerpo, intentando que nos quede bastante sequita.
La salsa ya preparada la pasaremos por la batidora o robot de cocina hasta que forme una pasta fina que colocaremos en una bandeja o recipiente que tenga bastante superficie para que se enfríe lo más pronto posible. Meteremos la bandeja en el frigorífico para que se "solidifique" un poco y luego nos sea más fácil manipularla.
Cuando la salsa esté fría completamente empezaremos a preparar "las envolturas" de este plato.
Tomaremos un trozo de film de cocina y lo colocaremos extendida en una superficie plana (una tabla de corte bien grande o la propia encimera) sobre ella pondremos tantas lonchas de jamón serrano como precisemos para que su superficie pueda llegar a "envolver" todo el rollo. Tener en cuenta que el foiegras y la salsa Duxelles aumentará el diámetro total del rollo de carne.
Sobre las lonchas de jamón colocaremos bien extendida la salsa Duxelles sin llegar del todo al perímetro que forma la superficie de jamón porque luego, al envolver el rollo la salsa tenderá a extenderse un poco.
Untaremos con foiegras una de las caras del solomillo.
Lo colocaremos sobre la salsa que tenemos extendida y untaremos la otra cara del solomillo con el foiegras restante.
El siguiente paso será envolver el rollo untando de foiegras con las capas de jamón serrano y salsa de champiñones. Aquí hay que andar con cierta habilidad y tratar de que el trabajo nos quede lo más limpio posible. No podemos trabajar con demasiada lentitud porque lo ideal es precisamente que la salsa y el foiegras conserven lo más posible el frío y así será más fácil su manipulación.
Ayudándonos de la lámina de plástico volcaremos una mitad de la capa de jamón y salsa sobre el solomillo.
Y a cotinuación la otra mitad
Deberemos envolver ahora el rollo completo con la lámina de plástico. Lo manipularemos con cuidado, sin apretar más que lo  justo para que la salsa no se nos salga por los extremos del solomillo. Lo cubriremos todo con film de cocina. Si es necesario utilizar otra hoja de film más grande ponedla sobre la primera que utilizamos. Meteremos el rollo en el frigorífico a la espera de que vuelva a enfriarse bien.
A continuación prepararemos el hojaldre. Lo ideal es contar con una lámina de forma rectangular suficientemente grande como para abarcar todo el conjunto sin problemas.
Os aconsejo que utilicéis hojaldre refrigerado y no del que venden congelado. Sube mucho mejor que el congelado que, la verdad, muy frecuentemente se "resquebraja" al descongelarse.
Marcas como "La Cocinera" o las láminas que venden en los supermercados Lildt son ambas de calidad magnífica.
Extenderemos la lámina de hojaldre sobre la encimera. Calcularemos el hojaldre que necesitamos para cubrir todo el rollo y cortaremos el trozo de masa que nos sobre, trozo que reservaremos para la decoración.
Desenvolveremos el rollo de carne que tenemos en el frigorífico enfriandose bien y le quitaremos con sumo cuidado la lámina plástica situándolo en medio del hojaldre (lógimamente coincidiendo el lateral largo del hojaldre con el largo del rollo, claro) Tomaremos una de las mitades de la lámina de hojaldre y la pondremos sobre el rollo. Luego tomaremos la otra mitad y cerraremos el conjunto.
Fijaos en esta fotografía. He untando con huevo batido el extremo de la lámina antes de cerrar completamente el rollo. He practicado unas leves "presiones" con el tenedor para sellar bien la lámina. Cuidado con hacerlo suavemente, sin presionar tanto que se nos rompa el hojaldre.
Los de masa sobrante los vais doblando pintando previamente con huevo cada vez que dobleis un trozo de masa, así quedará bien adherida y no se os despegará durante el horneado.
Cuando tengáis los dos extremos bien cerrados poned la "unión" del cierre hacia abajo para que el propio peso de la carne impida que se abra.

Una vez volteado el rollo quedará la "costura" abajo. Ahora, con huevo batido iremos pegando las tiritas de hojaldre que habremos hecho del "sobrante" de masa. Pintaremos bien de huevo batido todo el conjunto.
Colocaremos el rollo ya decorado del modo que más nos guste sobre papel vegetal y lo pondremos a hornear durante una media hora aproximadamente en horno precalentado a 200 grados. Con calor por arriba y por abajo.