En ocasiones creemos equivocadamente que hacer algo entraña una dificultad extrema pero no siempre estamos en lo cierto. Hacer nuestra propia masa para empanadillas es algo que solo es cuestión de saber la proporción de los ingredientes y dedicarle un poquito de tiempo. No mucho. El resultado es incomparablemente mejor que usar la que se comercializa en los supermercados. Nuestra masa es mucho más sabrosa, más crujiente....más rica!! Y tan solo nos habrá llevado un ratito de trabajo.
Los ingredientes que precisaremos seguro que los tenemos siempre en la despensa. Son los siguientes para algo más de 20 unidades:
- 500 gramos Harina común
- 200 cc. Agua
- 1 Cucharadita de sal
- 100 gramos Manteca de cerdo ibérico
También calentamos el agua si que llegue a hervir y disolvemos la sal en ella. Reservamos.
Volcamos la harina en un bol bien amplio dónde podamos trabajar con holgura. Incorporamos la grasa derretida y removemos bien hasta que se mezclen.
Cuando todos los ingredientes estén incorporados volcamos la masa sobre la tabla de encimera. Inicialmente tendremos una masa muy húmeda y pegajosa. Debemos comenzar a amasarla tratando de hacerlo solo con las puntas de los dedos recogiendo la masa que está en los bordes y llevándola hacia el centro.
Tan solo precisa que sigamos unos minutos más y rápidamente veremos como la masa se torna mucho más elástico, suave y dúctil y nos resultará muy fácil amasarla.
En unos diez minutos de amasado tendremos una masa suave, blandita y de agradable tacto que no se adherirá ni a nuestras manos ni a la encimera. Es importante no agregar más harina! La que hemos usado en la masa irá absorbiendo la humedad y en breve estará en su punto.
Cuando esté ya bien amasada, formamos una bola con ella y la cubrimos con un film plástico de cocina llevándola al frigorífico para que repose una hora al menos.
Precalentamos el horno a 200º (Calor de solera y gratinado para que tomen un bonito color).
Esta masa también sirve para freír pero prefiero hacerlas al horno porque resultan mucho menos grasas y más ligeras que fritas.
Cuando transcurra el tiempo de reposo deberemos tener el relleno ya totalmente frío.
Sacamos la masa del frigorífico. Espolvoreamos un poco de harina tanto en la mesa de trabajo como sobre la bola de masa.
Comenzamos a estirar la masa con un rodillo. Si nuestra superficie de trabajo no es muy grande es preferible partir la masa en dos y trabajar primero con un trozo de masa y luego con el otro.
La extenderemos de la manera más homogénea posible con un rodillo de pastelería. Va a gustos pero sobre unos 2 mm es un grosor aceptable. A mí personalmente me gustan un poquito más gruesas pero esta vez me han salido más finas.
Tengo varios rodillos en mi cocina pero para las empanadillas utilizo este que veis en las fotografías. Es un rodillo de madera de altura regulable. Es muy práctico porque con los discos laterales que se acoplan a los dos extremos es muy fácil lograr láminas de masa totalmente igualadas en grosor.
Una vez extendido la masa y sirviéndonos de un aro de emplatar, un vaso o cualquier otro recipiente, cortamos círculos de unos 10/12 cm. Yo he usado la boca de un bote de plástico que tengo en la cocina y que mide unos 12 cm.
Las hago de este tamaño porque me gusta hacer lo que los argentinos laman el "repulgue" que es el cierre del borde de la masa y hacerlo con ese sistema conlleva un ancho de masa algo superior que cuando se cierran las empanadillas con tenedor.
Con los resto de masa que nos sobre después de haber recortado las primeras obleas, los juntamos, amasamos ligeramente y volvemos a estirar con el rodillo y formaremos con esta masa una nueva lámina de la que cortaremos más obleas.
Podemos agrupar las obleas una sobre otra teniendo la precaución de espolvorear sobre ellas una pizquita de harina antes de colocar la siguiente oblea encima. Así evitaremos que se peguen unas a otras.
Para rellenar es tan simple como tomar sobre la palma de la mano la oblea de masa, colocar en el medio una cucharada colmada de relleno y unir una mitad con otra. Esta es una masa muy húmeda que no precisa mojar el borde antes de juntar las dos mitades pero si queréis podéis humedecer un poco con el dedo mojado en agua.
Cuando ambas mitades estén juntas aseguraremos bien el contorno para evitar que una vez en el horno o al freírlas, al aumentar por el calor el tamaño del relleno, éste se salga y abra las empanadillas. Para ello presionamos bien el borde de la masa antes de cerrarlas definitivamente (de hacer el repulgo).
El tipo de repulgo que usemos es indiferente. A mí me gusta este que es el típico de las empanadas argentinas (y que ellos llaman "repulgue") pero reconozco que no me sale demasiado bien. Con persistencia lograré algún día algo más de perfección (Eso espero!)
Para que dentro del horno adquieran un bonito color dorado pintamos las empanadillas con huevo batido antes de introducirlas en el horno.
Y ya tenemos listas nuestras empanadillas para hornearlas tan solo 15 minutos en horno bastante caliente.
Aquí las tenéis después de hornear. Doradas, crujientes y bonitas. Verdad? Pues no ha costado tanto hacerlas. Animaos a intentarlo. Veréis como repetiréis más de una vez al comprobar el resultado y compararlo con las obleas compradas.
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