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Manitas de cerdo en salsa con dátiles y pimientos choriceros (Receta del chef José Andrés)

He comido manitas de cerdo muchas veces porque me encantan pero lo cierto es que de ninguna forma me parecen más exquisitas que de esta forma. Sigo la receta del gran cocinero José Andrés. Yo las he cocido en olla express lo que reduce el tiempo de elaboración de forma importante. Están guisadas con mimo...con una salsa sustanciosa. Yo le pongo un par de guindillitas que le dan el puntito picante que a mí me gusta. Con bastante cebolla que junto con los dátiles aportan un punto de dulzor a la salsa que me encanta. Tan melositas...con esa salsita tan, tan rica...Un plato suculento y para chuparse los dedos. Te lo digo yo!

Conejo al ajillo con patatas fritas

Hoy vamos a hacer un plato de siempre. Muy sencillo de hacer pero muy sabroso. A pesar de no tener dificultad ninguna en su elaboración tiene sus truquillos para que no quede en su punto.
A mí me gusta el conejo al ajillo con la carne blandita y melosa, bien impregnada en su salsa. Para que la carne esté melosa es importante freírla pero no tanto que se reseque. Con dorarla en el aceite en suficiente, luego, en la salsa, con una cocción de algo más de media hora tomará todo el sabor de ella y no quedará nada seco.
Creo que el acompañamiento perfecto son una buenas patatas fritas pero por supuesto es solo mi opción.

Tradición cordobesa: Caracoles chicos en caldo. Cómo limpiarlos y cómo hacerlos, paso a paso.

En Córdoba es muy tradicional tomar de estos caracoles con caldito picante calentitos. Se toman en toda Andalucía pero en Córdoba incluso ponen unos puestos callejeros especializados en la degustación de este platillo acompañado de la bebida que cada uno prefiera. El inicio de la primavera coincide con el de la temporada de caracoles y los cordobeses identifican su degustación en las terrazas se con la llegada del buen tiempo.

Cómo se purgan, limpian, cuecen y congelan los caracoles de tierra

Es la primera vez que veo caracoles a la venta en el supermercado de mi localidad y puesto que a mí me encantan, no me lo pensé dos veces, me llevé las dos cajas de kilo que quedaban. Sí, ya sé que a alguno de vosotros les da repelús comerlos también estamos los que nos chiflan. He preparado la mitad de estos caracoles a la vizcaína y la otra mitad los he congelado. El largo proceso anterior a la preparación de cualquier receta con ellos lleva su tiempo y hay que tener en cuenta unas cuantas cosas para que cuando los preparemos en una salsa estén perfectamente limpios. En este post no explicaré la receta si no que os hablaré de todo el proceso de purga que debemos hacer antes de degustarlos. Luego viene la limpieza que aunque es ardua y bastante desagradable merece la pena que sea escrupulosa. A continuación explicaré como se cuecen antes de cocinarlos realmente con la salsa que hayamos decidido y por último, si habéis comprado bastantes y queréis congelarlos ya cocidos, también explicaré cómo hacerlo.

Chorizos a la sidra, típica tapa asturiana

Si hay una tapa típica en la Cocina Asturiana son los chorizos a la sidra. Es una preparación sencilla pero no puede ser más sabrosa. Básicamente es cocer rodajas de chorizo asturiano en sidra hasta que ablanden y la salsa resultante de la cocción reduzca. Este chorizo previamente se sofríe un poco aunque no siempre y hay quienes lo hacen hervido directamente.  Evidentemente el resultado dependerá de la calidad del embutido. Los embutidos asturianos se caracterizan por su gran calidad y ese saborcillo tan típico que le proporciona el ahumado. No convienen en este caso un chorizo asturiano demasiado seco, más bien un que esté a medio currar.
Mi mesa se ha vestido hoy de españolidad: un bol de gazpacho andaluz, los choricitos a la sidra con un buen pan y para acompañar, una tradicional sangría fresquita y dulce y que entraba demasiado bien ¡Ja! Vamos, de las que te animan a hacer otra cosa bien española, la siesta.
Seguro que al leer a alguno de vosotros se os ha antojado un buen vaso de sangría. Tranquilidad. La forma de elaborar una riquísima sangría de lo más española será la siguiente receta que cuelgue en este blog. Estate atento.

Cómo hacer paso a paso una moussaka (o musaka) griega con una receta tradicional

Hoy vamos a preparar una moussaka tradicional siguiendo una receta que puede ser muy bien la de cualquier griego que actualmente la prepara. La moussaka (o musaka) es conocida como un plato tradicional griego aunque en realidad su origen es árabe. Se trata de una preparación con un remoto parecido a la lasaña ya que se alternan capas. En el caso de la moussaka se alternan capas de berenjenas (a veces también patatas e incluso calabacines) con carne de cordero con salsa de tomate y se termina con una capa superior de bechamel espolvoreada de queso rallado.

Paté o terrina de campagne (Terrina de campo)

Francia y Alta Cocina van unidas de la mano. Además de recetas con nombres tan largos que hay que tomar aire en medio para terminar de leerlos en la carta de un restaurante, ha dado al mundo de la gastronomía algunas preparaciones que han logrado el más alto reconocimiento a nivel mundial.
El nombre de la receta de hoy ya os puede dar la pista. Se trata de una preparación popular, llena de aromas, de la cocina francesa y cuyo origen era la necesidad de aprovechar carnes de cortes de categorías inferiores. Esta terrina de campagne es un plato muy tradicional y para su preparación me he ajustado en general a la receta de la página Chefsteps aunque con algún cambio.

Salchichas de carnicero al vino blanco con cebolla

No puede ser más fácil hacer estas salchichas al vino blanco. Me atrevería a decir que dentro de las recetas son un auténtico Bet seller porque debe haber poca gente que no las haya hecho o al menos probado.  Además están ¡Ricas, ricas! Son socorridas incluso para cuando vienen visitas inesperadas y no sabemos qué poner en la mesa en poco tiempo. He dudado incluso en escribir esta receta por lo conocida que es y porque está en todas partes. Al final me he decidido porque por propia experiencia, sé que hay días que hacer el menú nos cuesta un suspiro porque no estamos nada inspirados. Así que como idea fácil, rápida y sabrosa, ahí van estas salchichas.

Fabes (o judías blancas) con chorizo.

Tiempo ha puse en este blog la receta de la fabada paso a paso. Tuve hace años una compañera en el trabajo más asturiana que el compango, de las que se enfadaba con tan solo mencionar la posibilidad de cocer les fabes en olla rápida (yo también me enfado, lo reconozco, así soy de talibana). Me detalló la receta tan pormenorizada y me hizo tanta advertencia que casi pensé que me la iba a tatuar en el brazo para que no me olvidara de nada. Y no me olvidé nunca más. ¡Cualquiera se atrevía! Puestas así las cosas, en adelante ya nunca varié un solo detalle de sus indicaciones. Lo cierto es que a partir de desvelarme sus secretos me sale una fabada cojo/nuda (¿Así queda menos grosero? No. Ya lo sé).

Albóndigas caseras en salsa de almendras

Leo en algunas partes que este plato tiene un origen catalán. No tengo nada claro que las albóndigas en salsa de almendras pertenezca a la gastronomía catalana. De hecho las he visto servir siempre en los restaurantes andaluces y sé que se hacían de forma habitual en muchas casa de Málaga.  Da igual de dónde sean ¡Están igual de ricas! Esta forma de prepararlas es incluso más fácil que otras aunque eso sí, un poquito laboriosas como todas las albóndigas. De todos modos ya que nos ponemos podemos hacer para varias veces ya que no tendrás ningún problema en congelarlas y tenerlas listas para cuando no te apetezca arrimarte a los fogones.

Canelones de rustido - Un plato tradicional de la cocina catalana

Esta es la tercera receta de canelones que comparto en este blog. Y es que los canelones creo que son el plato que más me gusta de la cocina catalana (Aunque el origen es italiano, en Cataluña son muy tradicionales desde el siglo XIX). Primero fueron unos preparados de un modo de lo más clásico:  Canelones a la catalana o "Canelones de San Esteban" (Sant Esteve); luego hice unos aprovechando carne de pollo asada con ciruelas que había sobrado, Canelones rellenos de pollo asado con ciruelas y pasas y hoy traigo los canelones que yo he hecho de toda la vida (Bueno, casi).



Cottage pie o Shepherd's pie. Pastel de carne y puré. Una receta británica tradicional

Hoy, un día que en Madrid ha amanecido frío y nuboso, me apetecía una comida calentita. Sin excesivas complicaciones y que pueda preparar en una bandeja que me permita tener sobrante dos o tres raciones que luego se puedan congelar y que me apartarán de los fogones cualquier jornada que no me apetezca meterme en la cocina.
Os propongo hoy una receta tradicional de la cocina británica: Se trata de un pastel de carne muy sencillo compuesto por una capa inferior de carne cocinada con verduras y sobre ella una generosa capa de un suave y casero puré de patata que puede estar recubierta (opcional) por una capa de queso rallado y que va al horno hasta adquirir un bonito color dorado.
Si para hacer nuestro pastel de carne usamos carne de ternera se llama Cottage pie y el nombre si usamos en la preparación carne de cordero es de Shepherd´s pie. Hoy yo he hecho el pastel con carne de ternera picada pero podría usarse restos de carne asada que os haya sobrado.
Vamos a ella! 
Como siempre preparamos nuestra mise en place que nos facilitará la preparación de este magnífico plato británico teniendo una vez comencemos todo a mano. A continuación os enumero los ingredientes que precisamos.

INGREDIENTES (Para 4 raciones)
Para la capa de carne:
  • 50 ml.de aceite de oliva virgen extra
  • 400 gramos de carne fresca de ternera picada
  • 1 diente de ajo
  • 1 cebolla mediana
  • 1 zanahoria
  • 1 cucharada colmada de harina de trigo normal
  • 2 cucharadas colmadas de salsa de tomate
  • 1 Cucharada de salsa Worcestershire
  • 1 Cucharadita rasa de tomillo
  • 1 Cucharadita rasa de romero
  • 1/4 de Cucharadita de pimienta negra molida
  • 250 ml de caldo de carne
  • Sal

Para el puré de patata (Receta del clásico libro de cocina de "Todo Robouchon. Una biblia de la cocina francesa"
  • 500 gramos de patatas
  • Agua
  • sal gorda
  • 125 gramos mantequilla fresca bien fría
  • 50 cc de leche entera caliente

Comentemos un poquito los ingredientes

  • La carne picada sea de ternera o cerdo es un ingrediente muy utilizado en todas las cocinas. Debemos tener mucha precaución de que la que usemos en nuestras preparaciones sea absolutamente fresca. Una carne que compramos en la carnicería de confianza, por muy fresca que estuviera cuando nos la prepararon debemos consumirla con la mayor celeridad posible porque dura en perfectas condiciones mucho menos que un filete o una carne troceada para guisar. Podemos congelarla recién traída del mercado pero yo prefiero usarla fresca porque se me hace que en el congelador toma un color grisáceo que no me gusta demasiado, la verdad.
  • Las mejores patatas para hacer puré son las patatas tardías, es decir, las viejas. tienen más almidón y absorben mejor los sabores. Como veis en las fotografias he usado solo una patata muy gorda que tenía este peso. No tenía patatas viejas más pequeñas que se hubieran ablandado más rápidamente así que he tenido que usar esta de tamaño XL. Si vosotros tenéis de tamaño más medianito se os cocerán antes. Debemos cocerlas con piel en agua salada así que previamente las lavaremos con esmero bajo el grifo del fregadero. Incluso restregándolas con un cepillo de cocina usado para este fin exclusivamente. Bien aclaradas y secas con papel de cocina las meteremos en el agua fría salada y las pondremos al fuego tapadas.
  • La mantequilla.ni qué decir tiene que debe ser fresca, de la mejor calidad que podamos conseguir. El puré será más suave y rico en tanto que las patatas y la mantequilla que se utilicen en su elaboración sea de buena calidad. Yo suelo hacerla en casa. Es absolutamente fácil, tan solo se precisa un tetrabrick de nata líquida para montar (con al menos de 35,1 % de MG) y un pellizco de escamas de sal si es que os gusta como a mí, con un puntito más de sabor. Solo eso y una batidora de varilla. En unos días os colgaré una entrada dónde explicaré el modo de realizar una sabrosa y magnífica mantequilla en tu cocina. Comprobarás lo fácil que es.
  • Las especias no hace falta decir que si podéis recolectarlas de vuestro jardín mejor que mejor. Yo suelo tomarlas de las matas que crecen en el mío pero hoy, la verdad, cuando he ido a por ellas estaba lloviznando y no me apetecía mojarme así que me he conformado con las de bote.

Metámonos en faena!
Comenzamos por lavar a conciencia las patatas. Frotándolas con un cepillo de cerdas duras e incluso agregando una gota de jabón en el agua y frotándolas con las manos unos segundos y enseguida enjuagarlas muy, muy bien. Secamos con papel de cocina y ya las tenemos listas.
Las metemos enteras en una olla llena de agua fría con un poco de sal. Es mejor que el agua llegue a cubrir del todo las patatas. Tapamos y dejamos hervir despacito a fuego moderado.
Esta patata tan gorda ha tardado en ablandar algo más de una hora pero como os comenté, si usáis alguna de menor tamaño se harán en mucho menos tiempo. un poco para poder tocarlas.
Cuando con un tenedor pinchemos hasta el fondo sin hacer ninguna presión será el momento de sacarlas del agua y dejar que se atemperen
Mientras se ablandan, prepararemos la carne.
En una cazuela amplia volcamos la mitad del aceite y rehogamos unos minutos la carne en él. El tiempo necesario para que la carne cambie el dolor del rojo al grisáceo.

He visto en muchos sitios que aconsejan en esta receta cocinar durante muchísimos minutos, a mí personalmente me parece que como luego la carne seguirá cocinándose cuando agreguemos las verduras y luego en el horno, no hay peligro alguno de que quede cruda. Por el contrario, la carne picada si la cocinamos en exceso se reseca y queda, para mi gusto, con un paladar áspero que me desagrada.
Una vez hecha la carne la apartaremos y la reservaremos.
Picamos el ajo, la cebolla y la zanahoria finita.
En la misma cazuela echaremos el resto del aceite y una vez caliente comenzaremos por agregar el ajo, daremos un par de minutos para que se fría y toma un poquito de color y añadiremos a continuación la cebolla y la zanahoria.
Rehogaremos despacito. Con la cazuela tapada. A fuego lento. Se trata de que las hortalizas se ablanden, la cebolla se poche más que freírse. Eso sí, cuidaremos del guiso destapando y moviendo el conjunto de vez en cuando para que no se nos pegue.
Cuando la verdura esté lista echaremos de nuevo la carne que tenemos reservada y removeremos bien. Agregaremos a continuación el tomillo, el romero, la salsa de tomate, la pimienta negra y la salsa Worcestershire.

Mezclamos bien el conjunto y seguimos cocinando a fuego lento agregándole enseguida el caldo de carne. 
Cocinaremos el conjunto durante unos veinte minutos aproximadamente. Debemos mover de vez en cuando para que no se agarre en el fondo de la cazuela. No taparemos para que reduzca poco a poco y nos quede una mezcla bastante espesa. Rectificamos de sal y reservamos.

Vamos precalentando el horno a 200/210º  calor por arriba y por abajo.
Las patatas ya estarán tiernas a estas alturas. Las sacamos del agua y dejamos que pierdan algo de temperatura para poder tocarlas sin quemarnos y nos permita pelarlas.
Pasamos las patatas por un pasapuré. Aquí quiero incidir en algo que puede parecer una bobada pero no lo es. Os aseguro que el puré queda mucho mejor con este instrumento de cocina que batiéndolo.
Si no disponemos de uno es preferible, antes que cualquier pequeños electrodoméstico con cuchillas, usar un prensador manual.
Tengo más que comprobado que el puré molido en Thermomix o con batidoras queda con una textura como "elástica". Absolutamente desagradable según mi parecer. Y si nos pasamos en el batido llega a ponerse "baboso".
En una sartén amplia ponemos las patatas ya trituradas al fuego bajito. Vamos volcando sobre el puré poco a poco la mantequilla bien fría cortada en cubitos. Removemos con energía mezclando bien las patatas y la grasa. Echamos más mantequilla y proseguimos removiendo. Así hasta terminar con la mantequilla.
A continuación también poco a poco agregaremos la leche caliente moviendo muy bien hasta que el puré esté totalmente homogéneo. Iremos agregando un nuevo chorrito de leche caliente hasta terminar.
Por último rallamos sobre el puré un poco de nuez moscada. Removemos bien y rectificamos de sal si es necesario. Apartamos del fuego.

Es el momento de tomarla bandeja de horno y formar el paste con sus dos capas de carne y puré. Volcamos en su fondo la carne cocinada. Alisamos esta capa.
Sobre ella echaremos el puré caliente. Es mejor empezar a echar por la parte que rodea el perímetro de la bandeja y terminar por el centro. El puré estará espeso  debemos con un tenedor alisar esta capa para nivelarla.
Si lo preferimos podemos espolvorear sobre el puré un poco de queso rallado, pero es opcional.
Ya solo resta hornear hasta que la capa superior esté de un bonito tono dorado.
Listo! Es la hora de degustarlo...hazme caso. Está exquisito!


NOTAS:
1.- Si nos sobra no hay problema. Debemos esperar a que enfríe totalmente y una vez ha perdido toda la temperatura podemos meter la bandeja en el congelador bien envuelta en plástico film de cocina o una bolsa de congelado. Yo prefiero dividir lo que me sobre en porciones y meterlo en bandejitas de cristal en las que cabe una sola porción. Así puedo ir sacando del congelador según voy necesitando.
El día que necesitemos consumirlo, dejamos que descongele despacito tapado y en el frigorífico. Una vez descongelado lo podemos recalentar tapado con film en el microondas para que no se reseque.
Debo aclarar que la patata no es una hortaliza que se lleve bien con el congelador. Las fritas, cocidas, en guisos... adquieren una textura arenosa muy desagradable. Pero el puré natural, hecho exclusivamente como este, con patatas, mantequilla, sal y leche entera queda perfecto aunque lo congelemos.



2.- Quiero aclarar que el puré de esta receta está realizado con la receta del libro "Todo Robuchon: Una Biblia De La Gastronomia Francesa". Se trata de un libro clásico de cocina francesa del internacionalmente conocido y gran cocinero Robuchon. Yo he aumentado un poquito la cantidad de leche porque mis patatas han dado un puré demasiado espeso que casi no podía mover. Pero si veis que tras la mantequilla agregáis la cantidad de leche que indica el libro y el puré está sedoso y con una textura adecuada, no es necesario añadir más leche.
Es cierto que contiene una cantidad bastante alta de mantequilla. Superior a la que podemos ver en la mayoría de recetas pero lo cierto es que con esta receta sale un puré delicioso!! Por un día, vamos a degustar esta delicia que es cierto, no es baja en calorías....

Codillo con grelos. Una receta tradicional gallega de lo más sabrosa!

Ayer bien temprano por la mañana vi que tenían a la venta en el puesto del mercado dónde compro habitualmente las hortalizas unos manojos de grelos que para los que no lo sepáis son las hojas y tallos de los nabos. Me sorprendió porque ahora a primeros de abril ya no suele haber porque lo habitual es que se cosechen entre febrero y marzo, antes de que los nabos florezcan. De manera que no desperdicié la oportunidad de tomar este plato por última vez este año.

Cocido Madrileño (II Parte) Elaboración paso a paso.

Hoy traemos un clásico entre los clásicos. Un cocido madrileño!! Ahí es nada!! Como siempre que nos acercamos a la cocina tradicional, en cada casa hay una forma de elaborar estos platos. Igual pasa con la tortilla española, o con los canelones, o con la paella…y por supuesto no hay una única receta de cocido madrileño,  ni esta que os propongo es mejor ni peor que la que tenéis por costumbre degustar en vuestras casas.
Quizás si en algo sí estaríamos de acuerdo sería en que el cocido madrileño tradicional tiene tres vuelcos: Primer vuelco, la sopa de caldo con fideos; segundo vuelco; las verduras y legumbres y el tercer vuelco, las carnes.
Son platos que admiten muchas variantes. En ingredientes, en el proceso de elaboración, en los acompañantes e incluso en la forma de presentarlos.
Desde los garbanzos que usemos hasta el tipo de tocino, huesos, carnes y embutidos. Hay quienes le ponen tocino fresco y quienes prefieren la panceta. Los hay que se decantan por otras piezas de ternera y quienes prefieren un meloso morcillo. Los podemos degustar o con sin chorizo, con o sin morcilla y por supuesto en cuanto a las verduras también podremos encontrar que en cada casa y en cada restaurante utilizan unas  u otras. Quizás comunes son la patata y la zanahoria pero el repollo puede ir o no refrito con ajo; incluir berza, espinacas e incluso judías… hay tantos cocidos madrileños como cocinas!!
Este es el mío. Yo creo que sale de lujo pero sé también que no está tan rico como el que de siempre ha servido vuestra madre en la mesa. Ni yo aspiro a lograr ganar una batalla que de antemano sé perdida porque como la madre de uno nadie hace las cosas!! Seré sincera, espero que supere el que habréis degustado en algún buen restaurante y del que no habéis salido del todo satisfechos a pesar de haber pagado unos buenos euros por él.
En fin, a ello!! Para mí es un plato de fiesta. Sin duda no se trata de una preparación para hacerla todos los días. Para mí sería imposible. Se trata de un lujo, de un homenaje que queremos darnos y dar, se trata de un festín!! Y como tal lo trato. Vamos a decir las cosas claras, no es un ir metiendo en la olla cosa tras cosa y que cueza. Ni hablar!! Es un plato que lleva su buen tiempo y que durante todo el proceso hay que mimar y tratar con esmero si se quieren resultados dignos de mención. No os voy a engañar. Me tengo por mujer práctica pero sé reconocer las diferencias. Un cocido madrileño no sale igual en olla rápida que con su chup chup lento y pausado. Que me he llevado  sus buenas cinco horas para elaborarlo? Pues sí, me las he llevado pero yo no lo planteo así. Yo me organizo para tener el resto de cosas hechas, para no tener prisa, para deleitarme en su elaboración, para centrarme única y exclusivamente en el proceso…para disfrutar en definitiva. Que para eso se cocina. Bueno y por supuesto para que nuestra familia o amigos disfruten con esos platos que hemos hecho con todo el cariño del mundo y que nos hemos olvidados del tiempo que nos llevó hacerlos cuando los sacamos  a la mesa y escuchamos los ummm, ummmm   Eso no vale cinco horas? Y diez!!
No es trabajo lo que yo veo en este cocido madrileño. Es disfrute. Cómo no va a disfrutar una con todos los sentidos en una cocina en cuyas encimeras ves hortalizas magníficas y verduras como un repollo que cruje entre tus manos al cortarlo, carnes que son un placer para la vista y unos embutidos que son un deleite para el olfato . Un espacio que pronto se inunda de aromas. Y de sonidos con el borboteo del caldo hirviendo y de vahos, y de un calor que ahora con el frío del invierno se agradece tanto…
Como decía antes es un plato para no andarse con prisas. Para mimarlo. Y el mimo comienza ya a la hora de elegir los ingredientes. No vale cualquiera. Sin duda hay diferencia en los resultados dependiendo de su elección.
A pesar de que será este un post largo dónde los haya, ya me conocéis. Explico las recetas para alguien que no  las ha realizado nunca. No doy por sabido nada. Y redacto mis explicaciones para que alguien sin experiencia alguna pueda realizarlas de principio a fin sin tener excesivas dudas. A los cocineros experimentados les sobrarán explicaciones pero los principiantes agradecerán los pormenores. Estoy segura.
Y para ello hay muchas, muchas cosas que mencionar, aclarar y explicar. Como en otras ocasiones os aconsejo que aunque sea extenso os leáis todas explicaciones antes siquiera de comprar los ingredientes. Hacedme caso, es importante saber de antemano cual va a ser todo el proceso para poder realizarlo con éxito.
Pero además en este caso deberéis también consultar el post inmediatamente anterior a éste y que está dedicado a comentar los ingredientes del cocido madrileño si tenéis dudas o simplemente os apetece leer mis criterios de selección de algunos de ellos.
Tenemos todos los ingredientes? Sí? Pues…de una vez por todas, vamos  a las explicaciones!!
Lógicamente el día anterior habremos puesto en remojo los garbanzos. Yo, quizás simplemente por costumbre, los pongo en agua tibia con un puñadito de sal. No me gusta usar agua fría y por supuesto no dejo los garbanzos en remojo en el frigorífico. Los garbanzos no quieren agua fría para nada. Incluso es un tipo de legumbre, que al contrario de alubias por ejemplo, se introducen en la olla solo cuando el agua está ya caliente.
Como os comentaba en el artículo anterior, las cantidades que he usado para la elaboración de este cocido son muy abundantes. El otro día comimos cuatro personas y sobraron otras cinco raciones completas y un par de litros por lo menos de caldo para sopa. Es decir que pueden ser los ingredientes como para diez personas. Todo dependerá del “saque” que tengan los comensales, claro!!
Las ollas más grandes de las que dispongo son de ocho litros. Por ello me he visto obligada a hacer este cocido en dos ollas a la vez. Simplemente he distribuido las carnes y huesos entre las dos procurando poner idénticas cantidades de ellos en ambas.
Se trata de una elaboración tan larga y con tanto paso que creo que merece la pena tener un cuadro sinóptico que nos dé idea de la totalidad del proceso y nos permita saber en cada momento en qué punto estamos. Indudablemente los tiempos no son rígidos y no lo son porque los ingredientes influyen directamente en ellos. A veces las carnes ablandan antes de lo previsto o las patatas tardan más de lo esperado. Por eso los tiempos solo son indicativos.
Como veis he puesto a la izquierda en qué momento del proceso estamos con expresión de la hora concreta a la que yo lo hice y a la derecha he incluido la anotación de cuánto tiempo resta hasta su completa elaboración. También he hecho mención de los procesos que, mientras se cuecen carnes y legumbres, podemos ir realizando para el resto de componentes de este plato.
Bien, comencemos!!
En primer lugar meteremos en la olla todas las carnes, huesos y tocinos a excepción del pollo, la gallina, los chorizos y las morcillas y llevaremos pondremos a calentar (en mi caso dos ollas con la mitad de ingredientes cada una).
Mientras se calienta el agua, sacaremos del agua los garbanzos que desde el día anterior tendremos en remojo. Los enjuagaremos.
Como es un plato éste en el que se tiene por costumbre servir los garbanzos junto con las verduras, conviene poder apartarlos fácilmente del caldo. Para ello nada mejor que una malla. Además, creo que resulta muy cómodo que tengamos los garbanzos totalmente limpios de cualquier verdura o pequeñas hebras de carne o huesecillos que pudieran mezclarse con ellos durante la cocción.
Como la cantidad es muy abundante, las mallas que para tal efecto se venden me resultan excesivamente pequeñas de modo que suelo usar otro tipo de malla que nada tiene que ver con las convencionales: la malla de punto elástica que suele cubrir algunos jamones cuando se compran. Es larga muy larga, de algodón, perfectamente lavable y de un tamaño más que suficiente para, si se corta por la mitad tener dos bolsas suficientemente grandes para meter sin preturas una buena cantidad de garbanzos en ellas. En la parte inferior de ambas puse una brida muy finita (de las de jardinería) que, bien apretadas, me permiten cerrarlas por abajo sin hacer nudo alguno. Meto los garbanzos en su interior y luego simplemente hago un nudo flojo en la boca de cada bolsa.
Que llegue a estar caliente el agua lleva su tiempo tratándose de ollas tan grandes. Yo prefiero que el agua hierva un rato a fuego bastante fuerte porque desde el inicio las carnes y huesos expulsan sangre coagulada y muchas impurezas que me gusta espumar del caldo antes de incorporar los garbanzos así que dejo que hierva unos minutos.

Llevaremos casi tres cuartos ya con el caldo al fuego. Será el momento de que  agregaremos los garbanzos metidos en una bolsa.

Durante todo este tiempo la cocción debe hacerse tapada y a fuego suficiente como para que no pierda el hervor pero tampoco tan fuerte que se evapore con demasiada rapidez el caldo.
Dejaremos cocer el caldo hasta que hayan transcurrido algo más de dos horas desde que comenzamos su elaboración. Constantemente iremos espumándolo y desengrasándolo. Suelo ver fotografías del proceso en el que aparece una espumadera y en efecto como su nombre indica es el instrumento adecuado para espumar pero para desengrasar a mí no me resulta práctica. Uso para ello un cucharón de servir y lo paso casi horizontal a la superficie del caldo llevándome en él la grasa que flota por encima.
Mientras se van haciendo las carnes y huesos podemos poner a hervir el repollo. Yo, para acortar algo los tiempos, lo suelo cocer en olla rápida. Lo corto en cuatro y agrego agua y un poco de sal. Dependiendo del tamaño en unos 10/20 minutos está perfectamente hecho. Reservo parte del líquido de cocción y pongo a escurrir el repollo.
Inevitablemente, durante períodos tan largos de cocción el caldo irá menguando producto de la evaporación. Para volver al nivel del que partimos, agregaremos un poco del agua de cocción del repollo que además aportará un buen gusto al caldo.
De vez en cuando no debemos olvidar ir desengrasando el caldo y comprobar que no se reduzca demasiado el nivel. Si es el caso añadiremos agua cuando lo precisemos. En todo caso esta agua no la añadiremos nunca fría si no hirviendo para no cortar el hervor del caldo. si no que la incorporaremos hirviendo.
Todavía resta bastante tiempo de cocción, podemos ir refriendo el repollo mientras tanto. En una sartén bien amplia pondremos bastante aceite de oliva virgen extra. Con unos 100 cc será suficiente. Laminaremos unos cuantos dientes de ajo y los dejaremos dorar en la grasa. A continuación incorporaremos el repollo troceado bastante grande.
No conviene que los trozos sean demasiado pequeños puesto que el proceso de refrito es bastante largo y cada vez que los vamos removiendo irá rompiéndose en trozos cada vez más pequeños.
A fuego muy, muy lento dejaremos que se vaya refriendo tapado. Con frecuencia iremos removiendo el conjunto para que no se pegue. En este tiempo el agua se irá evaporando y el repollo menguará. A mí me gusta hacer un refrito muy largo, creo que así queda el repollo mucho más rico. Cuando veamos que está a nuestro gusto lo apartaremos del fuego no sin antes rectificar de sal si fuera preciso.
Llevaremos ya dos horas y cuarenta y cinco minutos cuando agregaremos el pollo y la gallina. El resto de carnes y huesos llevan ya suficiente tiempo para que haya soltado ya mucha sustancia así que podemos probar el caldo y ver si le falta algo de sal.
Como he usado hueso blanco salado, el tocino salado ibérico, la panceta curada…no he tenido que agregar más sal porque los propios ingredientes ya la han aportado al caldo.
El pollo y la gallina todavía tendrán que cocer en el caldo junto con carnes y huesos una hora y media más.
Si no os importa que la grasa del chorizo impregne y “manche” los garbanzos y el caldo hay quienes lo agregan a la vez que el pollo y la gallina. A mí personalmente no me gusta que la sopa tenga manchas de grasa roja en la superficie. Prefiero un caldo más limpio. Así que lo que hago es poner a cocer con agua en una ollita aparte el chorizo y la morcilla.
Cuidado con la morcilla porque no conviene que cueza mucho rato a riesgo de que se rompa la piel y se salga el relleno. Cuando lleve unos minutos hirviendo junto al chorizo apartad la morcilla y dejar que continúe el hervor algo más de media hora.
Como tenemos tiempo mientras cuece el pollo y la morcilla, elaboraremos mientras tanto el relleno. Las cantidades dependerán de lo que os guste. Con tres huevos ya veis que salen dos buenas piezas de las que pueden servirse bastantes comensales. Si no os agrada demasiado reducir la cantidad de huevos.
El proceso no puede ser más fácil. Batir los huevos en un bol y añadir uno o dos dientes muy muy picaditos, un puñadito de perejil también muy picado, algo de sal  y pellizquitos de pan asentado para que quede espesita la mezcla pero no tanto que no quede jugosa. Remover muy bien el conjunto y dejar reposar un buen rato para que el pan se empape bien en los huevos.

En una sartén de hacer tortillas pondremos a calentar un poco de aceite y echaremos la mezcla en dos porciones si hacéis mucha cantidad y en una si decidís. Dejaremos dorar los rellenos por ambas partes y reservaremos.

Iremos comprobando de vez en cuando los ingredientes y si vemos que alguno está ya suficientemente tierno lo apartaremos del caldo continuando el resto la cocción en él. Si os veis en el caso de tener que apartar alguna carne o tocino tened la precaución de ponerlos en un recipiente pequeño cubiertos con algo de caldo para que la superficie no se seque y no adquiera un aspecto desagradable.
Según la calidad de los garbanzos incluso antes de que estén las carnes blancas, deberéis apartarlos. Si son de buena calidad aguantan perfectamente la cocción todo este tiempo.
A estas alturas estaremos a cuatro horas y quince minutos del proceso. Durante todo este tiempo iremos desengrasando el caldo de vez en cuando y comprobando su evaporación para añadir agua hirviendo como dijimos, si es preciso. Es el momento de apartar ya carnes, tocinos y huesos y ponerlos juntos y bien colocados en una cazuela bien amplia para que sea cómodo luego a la hora de servir ir sacándolos de ella y colocándolos en una bandeja. Cubriremos la olla con cantidad suficiente de caldo para que luego o al día siguiente permita calentar bien las carnes y tocinos y evitar como decimos que se resequen.
De igual modo procederemos con los garbanzos. Apartaremos del caldo la bolsa que los contiene y los colocaremos en una tercera olla aparte (una seguirá teniendo el caldo principal, una segunda las carnes ya cocidas, la tercera la usaremos para depositar los garbanzos también cubiertos de caldo).
Ya sólo queda poco, en menos de una horita estará todo listo. Ahora tendremos en la olla principal exclusivamente el caldo. Es el momento de incorporar el relleno que tenemos ya frito y las patatas enteras peladas. Dejarlas hervir tapadas un rato porque lógicamente tardarán algo más en ablandar que las zanahorias. Incorporar éstas un rato después.
Dependiendo de la calidad y tamaño de las patatas la cocción puede estar entorno a la hora o posiblemente algo menos. Mientras se hacen las verduras podemos elaborar la salsa de tomate y comido que típicamente acompañará nuestro cocido madrileño.
No puede ser más fácil su elaboración, al menos como yo la hago. Escaldamos los tomates en agua hirviendo un par de minutos. Los pasamos por agua fría y los pelamos. En un mortero machacamos un dientito de ajo no muy grande y una pizca de cominos.  Añadimos los tomates troceados y machamos bien la mezcla sin llegar a triturar del todo para que quede con textura. Hay quienes agregan un poco de vinagre e incluso unas cucharadas del caldo. Yo la prefiero así de simple, rectificando con una pizca de sal la doy por terminada.
Estamos ya al final del proceso Han transcurrido más de cinco horas desde que comenzamos. Las verduras están ya blandas. Las apartamos en una olla y las cubrimos con algo de caldo.
El caldo principal habrá reducido bastante, a pesar de todo quedará muchísimo. A mí me gusta el caldo limpio de huesecillos y trozos de verdura que pueden romperse así que lo cuelo y reservo lo que preveo que no voy a utilizar.
Bien. El cocido está terminado. Si lo habéis hecho la misma mañana que vayáis a tomarlo tan solo tendréis que hacer la sopa de fideos y calentar de nuevo carnes, garbanzos y verduras antes de llevarlos a la mesa.
El caldo de la sopa lo tengo colado como he dicho y en la cantidad que preveo que voy a precisa en una cazuela. Tan pronto hierve añado un puñado de fideos tipo cabello de ángel por comensal y dejo hervir removiendo un par de veces mientras transcurre el tiempo para ablandarlos que no supera demasiado los cinco minutos.
Como es un plato de tan larga elaboración me gusta hacerlo el día anterior así que en este punto del proceso doy por finalizado el cocido. Al día siguiente, un rato antes de comer comienzo a calentar todas las ollas en las que tengo los distintos ingredientes y hago la sopa.
Veamos a continuación como se suele servir este cocido. Un buen rato antes de comenzar a comer, especialmente si tenéis hecho el cocido desde el día anterior y ha dado por tanto tiempo de que se enfríen totalmente, pondremos a calentar las cazuelas de las carnes y tocinos, la que contiene los garbanzos, y la de la verdura. También pondremos al fuego el repollo llevando cuidado de que el fuego sea muy al mínimo para evitar que se queme.
Tener en cuenta que una olla enorme llena de carnes y tocinos aunque el caldo que los cubre llegue a hervir no por eso está bien caliente el interior de las carnes. Deberá cocer unos buenos minutos tapada para que llegue a alcanzar una temperatura alta los ingredientes.
PRIMER VUELCO. Se lleva a la mesa la sopa de fideos que tenemos recién hecha y los acompañantes que suelen presentarse con este cocido madrileño.
Como comentamos en otro punto de este post, los acompañantes varían de una casa a otra. A mí me gusta poner una bandejita con piparras vascas y cebolleta fresca troceada.
Otra con una ensalada de lechuga o, como hoy porque tenía ya hecha, una ensalada de pimientos asados o cualquiera que os parezca apetecible y fresca para tomar con la verdura y carnes que vienen a continuación.
SEGUNDO VUELCO: En una bandeja se ponen los garbanzos, las patatas, el repollo refrito, los garbanzos y el relleno. Suele gustar acompañarlas de las piparras y el que quiere incluso con salsa de tomate.
Habitualmente las verduras se riegan con un poco de aceite de oliva virgen extra. Pero ya sabéis, en esto también va a gustos.
TERCER VUELCO: Tendremos las carnes ya hace rato cociendo para que se calienten bien. Las iremos sacando con cuidado de que no se rompan y las colocaremos junto a los tocinos y huesos que nos gusten (hay a quienes les gusta tomar el jamón del hueso o los de tuétano si los agregáis como ingrediente) también pondremos en ella los chorizos y la morcilla que previamente habremos calentado.
Lo habitual es acompañar estas carnes con la típica salsa de tomate que tenemos reservada. La presencia en la mesa de una buena ensalada ayudará a degustar un plato de tanta enjundia como éste.
Bueno hemos llegado al final del post. Ha sido larga la explicación. Verdad? Jejeje Espero no haberme olvidado ningún detalle que os lleve a tener dudas en su elaboración. Yo creo que no, que incluso el cocinero con no mucha experiencia podrá elaborar sin miedo este exquisito plato que es conocido no sólo en nuestro país si no que con razón traspasa nuestras fronteras.
Estoy segura que si lo probáis os va a gustar y aunque se tarda en su elaboración, habrá merecido la pena hacerlo porque os daréis y daréis a los vuestros un estupendo festín…
Ah..me olvidaba de un ingrediente! La siesta! Tan española como este cocido!! Ejjejejeej Después de meterte entre pecho y espalda estos tres vuelcos regados con buen vino y terminados con un Roscón de Reyes que trajeron mis invitados…os garantizo que antes de terminar con el café,  la cama os estará llamando a gritos para hacer una de esas siestas que nuestro querido (y malhumorado) escrito Camilo José Cela aseveraba que debía ser de “pijama y orinal”… ;)
Buen provecho, amigos!


NOTA: Los ingredientes y algunos comentarios previos a la elaboración están incluidos en el post anterior. Pinchad en el vínculo para consultarlos.