Gazpacho extremeño de huevo frito y espárragos trigueros

Hoy os traigo una receta que resulta llamativa compuesta por ingredientes que, para quién desconoce este gazpacho extremeño, puede resultar hasta algo chocante la combinación.
Sí, gazpacho de huevo frito y espárragos trigueros. Suena raro. Verdad? Pues por extraño que pueda parecer a alguien, este gazpacho de mi tierra, está absolutamente exquisito!! Delicioso diría yo...
Lo ideal es prepararlo ahora que es la época de recoger en el campo los espárragos trigueros que para quién lo desconozca no son lo que normalmente conocemos como espárragos verdes (los que yo he usado para elaborar en esta ocasión este gazpacho y que podéis ver en las fotografías de este post).

Sopa de pescado y marisco con sustancia y muchos tropezones.

El día está tan desapacible y frío!! Aguanieve, viento...en fin un día para tomar en el almuerzo algo reconfortante que anime el cuerpo.
Se os ocurre algo mejor que una sopita de pescado y marisco "de las de verdad". Humeante, espesita, con buenos tropezones. Nada de esas que te ponen en algunos restaurante en las que si te toca una almeja puedes darte por afortunado. Esta es una sopa potente, con sustancia, sabrosa y con muchos tropezones!!

Vayámonos a la cocina, que tenemos todos los ingredientes preparados. Estos son los que usé para hacer esta sopa esta mañana pero no necesariamente tiene que ser con este pescado. Es suficiente con que tengáis alguno, más o menos almejas, más o menos mejillones, si contáis con algún hueso de rape mejor pero sino, tampoco os va a salir mala. Por ejemplo, yo hoy no tenía gamba arrocera que es con la que suelo hacer esta receta pero he usado gambones e igualmente ha quedado magnífica.
Ayer por lo visto estaban a buen precio las bacaladillas y los rubios. Me trajeron un poco de cada uno y con ellos preparé la sopa esta mañana pero ya os digo, si no son rubios o bacaladillas, cualquier otro pescado (mejor blanco) que tengáis a mano vendrá estupendamente.

Los rubios también se conocen como gallinas de mar, lucernas, bejel, etc. Es un pescado de roca muy sabroso, de color más o menos asalmonado según la variedad y cuya única pega es la cantidad de espinas que tiene. Por eso es un pescado que suele usarse para elaborar sopas.
Quizás era demasiado pescado y moluscos con los que contaba porque me ha salido una sopa que es imposible tomar una cucharada sin varios tropezones pero lo cierto es que estaba absolutamente deliciosa!!

INGREDIENTES
Hortalizas:

  • 1 Pimiento verde
  • 1/2 Pimiento rojo
  • 4 ó 5 dientes de ajo
  • 1 Cebolla

Especias:

  • Hierbas provenzales
  • Pimienta negra
  • Nuez moscada

Mariscos y pescados:

  • 1/2 kg de mejillones
  • 1/4 kg de almejas
  • 1/2 kg de gambones o gamba arrocera
  • 2 calamares
  • 4 Bacaladillas
  • 6 Rubios
  • Un par de trozos de huesos de rape.
Varios:

  • Media barra de pan asentado (del día anterior)
  • Sal
  • Aceite de oliva virgen extra.



Vamos a empezar por preparar los ingredientes. Así tendremos todo listo y preparado para su uso según vamos avanzando en la elaboración de la sopa.
Picamos muy bien la cebolla y los pimientos y laminamos los cientes de ajo.
Enjuagamos las gambas y las almejas (Si lo deseamos podemos dejarlas un rato en agua con un poco de sal para que suelten la tierra si la tuvieran). Limpiamos bien las conchas de los mejillones raspándolas con un cuchillo.
Limpiamos bien los pescados eviscerándolos y pasándolos rápidamente por agua pero no deteniéndonos demasiado porque su carne se deslavaza con mucha facilidad. Retiramos la tripa y la piel de los calamares que dejaremos enteros.

En un par de cazuelas abrimos mejillones y almejas por separado. En ambos casos con un chorrito de agua y si queremos una hoja de laurel y un trocito de limón. Esto ya según os guste. Una vez abiertos colaremos el agua que habrán soltado y lo reservaremos para agregar a la sopa.

Vamos a empezar por "sacarle" todo el sabor posible a las gambas. Os garantizo que en nada se parece el sabor de una sopa en la que las gambas simplemente han cocido a una en la que se haga este preparado previo que os propongo:
Empezamos descabezando las gambas y pelándolas reservando los cuerpos para usarlos más tarde como tropezones de la sopa.

En una sartén con un poco de aceite de oliva virgen extra que pondremos a calentar echamos los dientes de ajo laminados y tan pronto estén dorados agregamos cabezas y pieles.
Dejamos refreír un rato moviéndolo de vez en cuando para que suelten bien el sabor.

Tendremos preparada la cazuela dónde elaboraremos la sopa, en ella vertemos el aceite de freír las cabezas teniendo la precaución de colarlo bien. Este aceite nos servirá más tarde para hacer el sofrito.

Como os decía se trata de exprimir bien las gambas. Las devolvemos a la sartén y agregamos agua en suficiente cantidad para cubrirlas. Dejamos cocer 15/20 minutos para hacer un caldo de los más sustancioso con ellas que luego añadiremos a la sopa.

Mientras se hace este caldo con las cabezas haremos el refrito agregando al aceite del refrito que tendremos en la cazuela las hortalizas que previamente hemos cortado bien pequeñitas. Dejamos sofreír hasta que esté pochada (blandita pero no dorada).

Será el momento de agregar el agua que habrán dejado mejillones y almejas al abrirse y que habremos colado muy bien para que no vaya en él ninguna arenilla que pudieran tener los moloscus dentro.
Una vez listo el caldo de cocer cabezas y pieles, lo colaremos sobre la sopa en la cazuela (ahora ya podemos tirar esas cabezas, todo, absolutamente todo su sabor lo tendréis ahora en la sopa!)


A mí me gusta usar una especie de cestillas que venían con mi batería de cocina cuando la compré hace ya la friolera de 20 o 30 años. Ahí es nada!! ajjajaja Por cierto, creo que en mi cocina no debe haber nada que no tenga esa edad. Es lo que tiene tener cierta edad :). Ahora en serio, me resulta muy cómodo usarlas para cocer dentro de un líquido algún ingrediente que luego tengo que extraer. Si no tenéis una cesta así se me ocurre que quizás un colador con el fondo plano y que aguante las temperaturas de la cocción os resultará también muy cómodo.
En la cestilla ponemos los huesos de rape, los calamares, las bacaladillas y los rubios. Si con los líquidos que hemos añadido (cocción de moluscos y caldo de cabeza y pieles) no hay suficiente, agregamos agua hasta cubrir el pescado. Dejamos hervir por espacio de una media hora.

Una vez se ha cocido la sopa nos tocará ahora la parte más tediosa de esta sopa: Sacar el pescado de la sopa y limpiarlo escrupulosamente de espinas y pieles.

Debemos llevar sumo cuidado de cerciorarnos de no dejar ni una sola espina por razones obvias. Además de desagradable podría ser muy peligroso!!

Vamos preparando y reservando todos los ingredientes que compondrán los tropezones de esta sopa en una bandeja: Los trozos de pescado que habremos sacado tras la limpieza de los rubios y las bacaladillas; los mejillones si lo deseamos podemos trocearlos un poco si son muy grandes, las almejas a mí me gusta ponerlas enteras pero si lo preferís podéis sacarlas de la concha; los cuerpos de las gambas si queréis podéis ponerlas enteras pero si no, también están bien cortadas en trocitos y por último los calamares que deberemos cortar en rodajitas bien finas y las patas en trocitos pequeños.

Una vez la sopa lleva media hora cociendo incorporaremos a ella el pan troceado en cachitos y esperaremos a que hierva unos minutos.

Con la batidora de mano trituraremos toda la sopa hasta que quede de una textura suave y fina y la volveremos a poner al fuego.
Por último incorporamos todos los tropezones y apenas en un par de minutos de cocción la sopa estará lista para servir.


Qué os parece? Buena pinta. Eh!! La pinta y el sabor es muy bueno, sí. Hago otras sopas con menos elaboración que ésta pero reconozco que ninguna lo iguala en sabor. Está deliciosa!! Palabra de cocinera! ;)


Pelotas de cocido de Alicante (La receta de nuestro amigo Juan)

Aquel día del invierno pasado estábamos invitados a comer en casa de nuestros amigos Isabel Rodríguez y su marido, Juan.

De Isabel ya os he hablado en mi blog de jardinería "El Jardín de la Alegría en Madrid". Somos amigas desde hace ya años.
Nos conocimos a través de un Grupo de Facebook y hace ya mucho, mucho, tiempo pensamos ambas que era una tontería hablar a través de un ordenador cuando podíamos hacerlo en persona. Esto es una de las cosas que tiene Internet, que te permite conocer a maravillosas personas como ella!! :)
Así que dicho y hecho...no recuerdo qué hora era y en la terraza de un bar próximo a mi lugar de trabajo en Madrid, llegó ella. Desde el principio la conversación fluyó como si nos conociéramos desde siempre. Evidentemente nuestro tema principal eran las plantas. jajajaj Es nuestra afición!! (Casi nuestro vicio diría yo) 
No sé si ella lo recordará, aquel primer día ya le dije lo bien que me encontraba en su compañía. Era afable, tranquila, sosegada y de sonrisa fácil!!
En mi entorno personal no cuento con familiares ni amigos con los que pueda compartir esta gran afición que tengo por la Naturaleza en general y por la jardinería en particular así que encontrar con quien, en vivo y en directo, pudiera hablar y escuchar y entender y ser entedida...uffff qué gusto!! jejeje
Por aquel entonces todavía no nos habíamos venido a vivir aquí a la Sierra Oeste de Madrid pero ya teníamos proyecto de hacerlo. El poco rato que yo podía permitirme para desayunar con ella puesto que estaba en mi jornada de trabajo, nos lo pasamos riendo, hablando de rosales y haciendo dibujos precarios del proyecto del jardín (del que hoy es mi jardín) sobre las servilletas de papel que había en la mesa del bar.
Estos desayunos los repetimos muchas veces y nuestra amistad siguió con el tiempo. Hemos hecho aquí en mi casa celebraciones con ellos dos y otros amigos (Jaume y Maite, dos encantadores catalanes!) y muchas fueron las veces que Isabel (junto con su pequeña hija) comimos juntas en mi anterior casa.
Finalmente conocimos a su marido, Juan. Un simpático y ocurrente alicantino de buen carácter e fina ironía y que a todas luces es el tipo de pareja que le pega a Isabel. Son el uno para el otro! jejeje Qué majos son los dos... :)
En fin, como siempre me enrollo!! A lo que iba, aquel día en casa de Isabel la cocina estaba llena de ollas con sopa, carnes, verduras... estábamos (mi pareja y yo) invitados a comer un cocido madrileño con sus correspondientes "vuelcos". Pero el cocido tenía algo particular. Un detalle que yo jamás ni había visto ni sabía de su existencia: unas pelotas!! Eran el cuarto vuelco! Ya sabéis que lo típico del cocido madrileño son los tres vuelcos (sopa, verduras y legumbres y carnes, tocinos y relleno).
En realidad se trata de lo que en otras partes de España, dónde en cada una tiene "su cocido" y que muchas veces incluye algún tipo de relleno elaborado con ciertas semejanzas pero todos con sus peculiaridades, así en el Cocido Catalán (Escudella i Carn d'Olla) se usa lo que llaman "Pilota"; aquí con el Cocido Madrileño se sirve el "Relleno" y en Alicante, "Pelotas"... Así es España de variada y rica en su gastronomía!! (Y de hermosa jajajaj Yo, como dicen los catalanes "Haciendo país siempre!!"


Cuando probamos estas pelotas en casa de nuestros amigos me gustaron tanto que desde el principio les dije que me tenían que pasar la receta para hacerlas yo.
Pero ya sabéis qué pasa. Por unas cosas o por otras la cosa es que ha pasado ya un año y el otro día volví a pedir a Isabel que preguntara a Juan cual era la manera de cocinar aquellas riquísimas pelotas que recuerdo de su casa.
Juan, tan amable y servicial siempre, no tardó en escribir de la forma detallada que veréis a continuación, paso a paso, de qué manera se cocinan estas buenísimas "pelotas" que es costumbre que acompañen el cocido en Alicante. Aunque Juan es madrileño tiene ascendencia familiar alicantina. De ahí le viene la costumbre de que en su casa se cocinen estas deliciosas pelotas.
La receta que me pasaron me pareció tan detallada y tan bien explicada que he decidido no hacer nada más que agregar las fotografías que he tomado hoy según iba realizando yo misma en mi cocina el paso a paso que él detalla.
Así que sin más demora os copio literal la receta de Juan al que además de mi agradecimiento debo decirle que gracias a sus estupendas explicaciones me han salido buenísimas!! Aquí va literalmente su receta:

RECETA DE PELOTAS (con perdón) PARA EL COCIDO

Vamos a preparar un exquisito complemento para el cocido. Son originarias de Levante, en este caso de Alicante, donde se hacía en las casas de campo con algunos restos de la matanza de pollos y gallinas. Mi abuela las hacía cuando venía a casa, siendo yo pequeño. Después, mi madre siguió cocinándolas y además, tuvo la precaución de escribir la receta, lo que me sirvió para conservar la tradición. 
Recuerdo que entre el cocido y las pelotas se pasaban la mañana en la cocina. Para hacerlas, lo picaban todo muy fino con cuchillo, Hoy, sólo con el uso de una picadora conseguiremos un considerable ahorro de tiempo con resultados muy satisfactorios.
Con el tiempo y debido a la falta de disponibilidad de algunos ingredientes, hemos tenido que ir adaptando la receta, sustituyendo o agregando cosas. Me comentaba mi madre que, hace tiempo, en las casquerías se podía encontrar unos platitos que contenían los despojos de las aves, incluso la sangre y huevecillos en formación. Esta era la base, pero ahora no se encuentra. Así que vamos a vamos a ver ahora como han evolucionado y siguen estando buenísimas.

INGREDIENTES para preparar 8 pelotas (4 personas)

- 1 bandeja de higaditos de pollo, si lleva corazones, mejor (unos 350 gramos)
- 3 ó 4 salchichas frescas
- 100 g de tocino salado
- 2 dientes de ajo
- Unas ramitas de perejil
- la corteza de ¼ de limón
- 1 huevo
- ¼ de hogaza de pan viejo (1 o 2 días)
- Pimienta molida
- 1 cucharadita de sal

PARA LA SALSA

- Un diente de ajo (sin la parte central)
- Cominos
- Aceite de oliva
- Un pellizco de sal
- Medio tomate
- 2  cucharadas soperas de caldo del cocido
Aquí tenéis un vínculo para quién quiera ver otra receta de esta salsa de tomate que suele acompañar el Cocido Madrileño, que es muy parecida pero con tal sólo algún detalle distinto.
PREPARACIÓN

Dispondremos un bol grande, espolvoreando con un poco de harina o pan rallado, para que no se peguen los ingredientes según los vayamos echando (Yo este paso me lo he saltado a la torera ajaja) 
Limpiamos los higaditos retirando restos de sangre, nervios y grasa.
Los picamos con cuidado de no pasarnos pues, en la picadora eléctrica, más de tres segundo significa licuarlos. No pasa nada, pero es mejor que queden pequeños trocitos para mejorar la textura final. Vertemos en el bol.
Quitamos la piel de las salchichas, las deshacemos con las manos y las ponemos en el bol.
Cortamos el tocino en lonchas de 4 o 5 mm y después lo picamos con cuchillo, obteniendo cuadraditos de pequeño tamaño. Podéis echar la corteza si no tiene pelos,  pues con la cocción se ablandará, y al bol.
Rallamos aproximadamente un cuarto de la piel de un limón.
Ponemos el pan troceado en la picadora, junto con el ajo, el perejil y las cortezas de limón y trituramos. A mí no me gusta dejarlo hecho casi harina, es mejor que tenga la textura un poco más gruesa. 
(De mi cosecha: he decidido picar antes un poco el pan sólo porque en la thermomix he tenido miedo de que la humedad del perejil y la del ajo formara bolas con el pan sin picar todavía...Luego he agregado la ralladura de limón, las hojas de perejil y los dientes de ajo troceados y he molido el conjunto)
Os quedará una bonita mezcla de color amarillo verdoso que reservaremos aparte. Es importante que el ajo, el perejil y la corteza queden bien disgregados.
En el bol donde ya tenemos casi todo, ponemos la mitad del pan rallado (Reservando la otra mitad que utilizaremos según quede más o menos espesa la mezcla), añadimos el huevo y trituramos pimienta sobre la mezcla. Salamos.
Ahora llega el momento de hacer la mezcla. Con un tenedor grande, mezclamos y damos vueltas hasta homogeneizar. Tiene que quedar espeso. Ya conoceréis el viejo truco, cuando se invierta el bol y la mezcla no se caiga, habremos conseguido una consistencia adecuada. (Yo he mezclado con las manos limpias, directamente, como cuando hago albóndigas) 
Con el huevo suele quedar algo líquido pero es necesario para que, al hervir, la mezcla ligue y las pelotas no se nos deshagan. Si es necesario vamos añadiendo mezcla de pan rallado hasta conseguir que espese. Una vez conseguido, metemos el bol en la nevera, tapado con un paño, durante 1 hora. Así el pan irá absorbiendo líquido de la mezcla y espesará un poco más.
Para la cocción pondremos la olla en el fuego con agua suficiente para que las pelotas queden cubiertas, con 6 cm será suficiente. Muy importante, para evitar que se deshagan hay que evitar que el agua entre en ebullición.
Ponemos harina en un plato (y en las manos) y con una cuchara separamos una cantidad de mezcla como para hacer un albondigón, la ponemos en el plato y la envolvemos con la harina. 
Las vamos introduciendo en la olla con ayuda de la cuchara para que no se deshagan. Mantener en el fuego durante 30/ 40 minutos. El tiempo depende del tamaño de las pelotas.
El resultado es una especie de paté. Cuando las abrimos, el interior debe estar bien cocido aunque la carne esté rosada. Puedes sacar una antes de apagar el fuego y abrirla para comprobar que está hecha.
Normalmente, cuando nosotros las hacemos en casa, preparamos el doble de cantidad y las conservamos en la nevera. Aguantan perfectamente 3 o 4 días o si no, se pueden congelar.
Al finalizar, además de las pelotas, habremos obtenido un buen caldo que se puede incorporar al del cocido para hacer una exquisita sopa. 
Las serviremos templadas, con la salsa de tomate y cominos o con unas gotas de limón.
La salsa de tomate con cominos es muy buena para acompañar tanto el cocido como las pelotas. Su preparación es sencilla, ponemos en el almirez el tomate (sin piel) cortado en pequeños trozos, los cominos, la sal y el ajo. Machacamos hasta obtener una mezcla homogénea, añadimos el aceite y el caldo y mezclamos bien para que emulsione.
Un buen cocido tiene al menos 3 ‘vuelcos’. Con las pelotas ya tenemos uno más, así que conseguid un buen vino tinto y tomad todo con mucha calma.
Y hasta aquí su receta. Estupendamente bien explicada. Verdad? Muchas gracias, querido Juan. Muchas gracias, amiga Isabel. Hoy nuestra comida la hemos tomado a vuestra salud!! :)

Nota. La semana pasada hicimos un Cocido Madrileño. Congelamos un par de raciones que son las que hemos tomado hoy con las pelotas. La última fotografía que aparece no corresponde al modo típico de servir el Cocido Madrileño con sus tres vuelcos por esta razón, porque congelamos garbanzos y carnes y tocinos todo junto y así lo hemos servido hoy.
Para quién quiera consultar este estupendo plato de la gastronomía española, aquí tiene los vínculos:
Cocido Madrileño (I Parte) Ingredientes y consideraciones previos a la ejecución (Aconsejamos leerlo completo antes de realizar la receta)

Cocido Madrileño (II Parte) Elaboración paso a paso.

Hoy traemos un clásico entre los clásicos. Un cocido madrileño!! Ahí es nada!! Como siempre que nos acercamos a la cocina tradicional, en cada casa hay una forma de elaborar estos platos. Igual pasa con la tortilla española, o con los canelones, o con la paella…y por supuesto no hay una única receta de cocido madrileño,  ni esta que os propongo es mejor ni peor que la que tenéis por costumbre degustar en vuestras casas.
Quizás si en algo sí estaríamos de acuerdo sería en que el cocido madrileño tradicional tiene tres vuelcos: Primer vuelco, la sopa de caldo con fideos; segundo vuelco; las verduras y legumbres y el tercer vuelco, las carnes.
Son platos que admiten muchas variantes. En ingredientes, en el proceso de elaboración, en los acompañantes e incluso en la forma de presentarlos.
Desde los garbanzos que usemos hasta el tipo de tocino, huesos, carnes y embutidos. Hay quienes le ponen tocino fresco y quienes prefieren la panceta. Los hay que se decantan por otras piezas de ternera y quienes prefieren un meloso morcillo. Los podemos degustar o con sin chorizo, con o sin morcilla y por supuesto en cuanto a las verduras también podremos encontrar que en cada casa y en cada restaurante utilizan unas  u otras. Quizás comunes son la patata y la zanahoria pero el repollo puede ir o no refrito con ajo; incluir berza, espinacas e incluso judías… hay tantos cocidos madrileños como cocinas!!
Este es el mío. Yo creo que sale de lujo pero sé también que no está tan rico como el que de siempre ha servido vuestra madre en la mesa. Ni yo aspiro a lograr ganar una batalla que de antemano sé perdida porque como la madre de uno nadie hace las cosas!! Seré sincera, espero que supere el que habréis degustado en algún buen restaurante y del que no habéis salido del todo satisfechos a pesar de haber pagado unos buenos euros por él.
En fin, a ello!! Para mí es un plato de fiesta. Sin duda no se trata de una preparación para hacerla todos los días. Para mí sería imposible. Se trata de un lujo, de un homenaje que queremos darnos y dar, se trata de un festín!! Y como tal lo trato. Vamos a decir las cosas claras, no es un ir metiendo en la olla cosa tras cosa y que cueza. Ni hablar!! Es un plato que lleva su buen tiempo y que durante todo el proceso hay que mimar y tratar con esmero si se quieren resultados dignos de mención. No os voy a engañar. Me tengo por mujer práctica pero sé reconocer las diferencias. Un cocido madrileño no sale igual en olla rápida que con su chup chup lento y pausado. Que me he llevado  sus buenas cinco horas para elaborarlo? Pues sí, me las he llevado pero yo no lo planteo así. Yo me organizo para tener el resto de cosas hechas, para no tener prisa, para deleitarme en su elaboración, para centrarme única y exclusivamente en el proceso…para disfrutar en definitiva. Que para eso se cocina. Bueno y por supuesto para que nuestra familia o amigos disfruten con esos platos que hemos hecho con todo el cariño del mundo y que nos hemos olvidados del tiempo que nos llevó hacerlos cuando los sacamos  a la mesa y escuchamos los ummm, ummmm   Eso no vale cinco horas? Y diez!!
No es trabajo lo que yo veo en este cocido madrileño. Es disfrute. Cómo no va a disfrutar una con todos los sentidos en una cocina en cuyas encimeras ves hortalizas magníficas y verduras como un repollo que cruje entre tus manos al cortarlo, carnes que son un placer para la vista y unos embutidos que son un deleite para el olfato . Un espacio que pronto se inunda de aromas. Y de sonidos con el borboteo del caldo hirviendo y de vahos, y de un calor que ahora con el frío del invierno se agradece tanto…
Como decía antes es un plato para no andarse con prisas. Para mimarlo. Y el mimo comienza ya a la hora de elegir los ingredientes. No vale cualquiera. Sin duda hay diferencia en los resultados dependiendo de su elección.
A pesar de que será este un post largo dónde los haya, ya me conocéis. Explico las recetas para alguien que no  las ha realizado nunca. No doy por sabido nada. Y redacto mis explicaciones para que alguien sin experiencia alguna pueda realizarlas de principio a fin sin tener excesivas dudas. A los cocineros experimentados les sobrarán explicaciones pero los principiantes agradecerán los pormenores. Estoy segura.
Y para ello hay muchas, muchas cosas que mencionar, aclarar y explicar. Como en otras ocasiones os aconsejo que aunque sea extenso os leáis todas explicaciones antes siquiera de comprar los ingredientes. Hacedme caso, es importante saber de antemano cual va a ser todo el proceso para poder realizarlo con éxito.
Pero además en este caso deberéis también consultar el post inmediatamente anterior a éste y que está dedicado a comentar los ingredientes del cocido madrileño si tenéis dudas o simplemente os apetece leer mis criterios de selección de algunos de ellos.
Tenemos todos los ingredientes? Sí? Pues…de una vez por todas, vamos  a las explicaciones!!
Lógicamente el día anterior habremos puesto en remojo los garbanzos. Yo, quizás simplemente por costumbre, los pongo en agua tibia con un puñadito de sal. No me gusta usar agua fría y por supuesto no dejo los garbanzos en remojo en el frigorífico. Los garbanzos no quieren agua fría para nada. Incluso es un tipo de legumbre, que al contrario de alubias por ejemplo, se introducen en la olla solo cuando el agua está ya caliente.
Como os comentaba en el artículo anterior, las cantidades que he usado para la elaboración de este cocido son muy abundantes. El otro día comimos cuatro personas y sobraron otras cinco raciones completas y un par de litros por lo menos de caldo para sopa. Es decir que pueden ser los ingredientes como para diez personas. Todo dependerá del “saque” que tengan los comensales, claro!!
Las ollas más grandes de las que dispongo son de ocho litros. Por ello me he visto obligada a hacer este cocido en dos ollas a la vez. Simplemente he distribuido las carnes y huesos entre las dos procurando poner idénticas cantidades de ellos en ambas.
Se trata de una elaboración tan larga y con tanto paso que creo que merece la pena tener un cuadro sinóptico que nos dé idea de la totalidad del proceso y nos permita saber en cada momento en qué punto estamos. Indudablemente los tiempos no son rígidos y no lo son porque los ingredientes influyen directamente en ellos. A veces las carnes ablandan antes de lo previsto o las patatas tardan más de lo esperado. Por eso los tiempos solo son indicativos.
Como veis he puesto a la izquierda en qué momento del proceso estamos con expresión de la hora concreta a la que yo lo hice y a la derecha he incluido la anotación de cuánto tiempo resta hasta su completa elaboración. También he hecho mención de los procesos que, mientras se cuecen carnes y legumbres, podemos ir realizando para el resto de componentes de este plato.
Bien, comencemos!!
En primer lugar meteremos en la olla todas las carnes, huesos y tocinos a excepción del pollo, la gallina, los chorizos y las morcillas y llevaremos pondremos a calentar (en mi caso dos ollas con la mitad de ingredientes cada una).
Mientras se calienta el agua, sacaremos del agua los garbanzos que desde el día anterior tendremos en remojo. Los enjuagaremos.
Como es un plato éste en el que se tiene por costumbre servir los garbanzos junto con las verduras, conviene poder apartarlos fácilmente del caldo. Para ello nada mejor que una malla. Además, creo que resulta muy cómodo que tengamos los garbanzos totalmente limpios de cualquier verdura o pequeñas hebras de carne o huesecillos que pudieran mezclarse con ellos durante la cocción.
Como la cantidad es muy abundante, las mallas que para tal efecto se venden me resultan excesivamente pequeñas de modo que suelo usar otro tipo de malla que nada tiene que ver con las convencionales: la malla de punto elástica que suele cubrir algunos jamones cuando se compran. Es larga muy larga, de algodón, perfectamente lavable y de un tamaño más que suficiente para, si se corta por la mitad tener dos bolsas suficientemente grandes para meter sin preturas una buena cantidad de garbanzos en ellas. En la parte inferior de ambas puse una brida muy finita (de las de jardinería) que, bien apretadas, me permiten cerrarlas por abajo sin hacer nudo alguno. Meto los garbanzos en su interior y luego simplemente hago un nudo flojo en la boca de cada bolsa.
Que llegue a estar caliente el agua lleva su tiempo tratándose de ollas tan grandes. Yo prefiero que el agua hierva un rato a fuego bastante fuerte porque desde el inicio las carnes y huesos expulsan sangre coagulada y muchas impurezas que me gusta espumar del caldo antes de incorporar los garbanzos así que dejo que hierva unos minutos.

Llevaremos casi tres cuartos ya con el caldo al fuego. Será el momento de que  agregaremos los garbanzos metidos en una bolsa.

Durante todo este tiempo la cocción debe hacerse tapada y a fuego suficiente como para que no pierda el hervor pero tampoco tan fuerte que se evapore con demasiada rapidez el caldo.
Dejaremos cocer el caldo hasta que hayan transcurrido algo más de dos horas desde que comenzamos su elaboración. Constantemente iremos espumándolo y desengrasándolo. Suelo ver fotografías del proceso en el que aparece una espumadera y en efecto como su nombre indica es el instrumento adecuado para espumar pero para desengrasar a mí no me resulta práctica. Uso para ello un cucharón de servir y lo paso casi horizontal a la superficie del caldo llevándome en él la grasa que flota por encima.
Mientras se van haciendo las carnes y huesos podemos poner a hervir el repollo. Yo, para acortar algo los tiempos, lo suelo cocer en olla rápida. Lo corto en cuatro y agrego agua y un poco de sal. Dependiendo del tamaño en unos 10/20 minutos está perfectamente hecho. Reservo parte del líquido de cocción y pongo a escurrir el repollo.
Inevitablemente, durante períodos tan largos de cocción el caldo irá menguando producto de la evaporación. Para volver al nivel del que partimos, agregaremos un poco del agua de cocción del repollo que además aportará un buen gusto al caldo.
De vez en cuando no debemos olvidar ir desengrasando el caldo y comprobar que no se reduzca demasiado el nivel. Si es el caso añadiremos agua cuando lo precisemos. En todo caso esta agua no la añadiremos nunca fría si no hirviendo para no cortar el hervor del caldo. si no que la incorporaremos hirviendo.
Todavía resta bastante tiempo de cocción, podemos ir refriendo el repollo mientras tanto. En una sartén bien amplia pondremos bastante aceite de oliva virgen extra. Con unos 100 cc será suficiente. Laminaremos unos cuantos dientes de ajo y los dejaremos dorar en la grasa. A continuación incorporaremos el repollo troceado bastante grande.
No conviene que los trozos sean demasiado pequeños puesto que el proceso de refrito es bastante largo y cada vez que los vamos removiendo irá rompiéndose en trozos cada vez más pequeños.
A fuego muy, muy lento dejaremos que se vaya refriendo tapado. Con frecuencia iremos removiendo el conjunto para que no se pegue. En este tiempo el agua se irá evaporando y el repollo menguará. A mí me gusta hacer un refrito muy largo, creo que así queda el repollo mucho más rico. Cuando veamos que está a nuestro gusto lo apartaremos del fuego no sin antes rectificar de sal si fuera preciso.
Llevaremos ya dos horas y cuarenta y cinco minutos cuando agregaremos el pollo y la gallina. El resto de carnes y huesos llevan ya suficiente tiempo para que haya soltado ya mucha sustancia así que podemos probar el caldo y ver si le falta algo de sal.
Como he usado hueso blanco salado, el tocino salado ibérico, la panceta curada…no he tenido que agregar más sal porque los propios ingredientes ya la han aportado al caldo.
El pollo y la gallina todavía tendrán que cocer en el caldo junto con carnes y huesos una hora y media más.
Si no os importa que la grasa del chorizo impregne y “manche” los garbanzos y el caldo hay quienes lo agregan a la vez que el pollo y la gallina. A mí personalmente no me gusta que la sopa tenga manchas de grasa roja en la superficie. Prefiero un caldo más limpio. Así que lo que hago es poner a cocer con agua en una ollita aparte el chorizo y la morcilla.
Cuidado con la morcilla porque no conviene que cueza mucho rato a riesgo de que se rompa la piel y se salga el relleno. Cuando lleve unos minutos hirviendo junto al chorizo apartad la morcilla y dejar que continúe el hervor algo más de media hora.
Como tenemos tiempo mientras cuece el pollo y la morcilla, elaboraremos mientras tanto el relleno. Las cantidades dependerán de lo que os guste. Con tres huevos ya veis que salen dos buenas piezas de las que pueden servirse bastantes comensales. Si no os agrada demasiado reducir la cantidad de huevos.
El proceso no puede ser más fácil. Batir los huevos en un bol y añadir uno o dos dientes muy muy picaditos, un puñadito de perejil también muy picado, algo de sal  y pellizquitos de pan asentado para que quede espesita la mezcla pero no tanto que no quede jugosa. Remover muy bien el conjunto y dejar reposar un buen rato para que el pan se empape bien en los huevos.

En una sartén de hacer tortillas pondremos a calentar un poco de aceite y echaremos la mezcla en dos porciones si hacéis mucha cantidad y en una si decidís. Dejaremos dorar los rellenos por ambas partes y reservaremos.

Iremos comprobando de vez en cuando los ingredientes y si vemos que alguno está ya suficientemente tierno lo apartaremos del caldo continuando el resto la cocción en él. Si os veis en el caso de tener que apartar alguna carne o tocino tened la precaución de ponerlos en un recipiente pequeño cubiertos con algo de caldo para que la superficie no se seque y no adquiera un aspecto desagradable.
Según la calidad de los garbanzos incluso antes de que estén las carnes blancas, deberéis apartarlos. Si son de buena calidad aguantan perfectamente la cocción todo este tiempo.
A estas alturas estaremos a cuatro horas y quince minutos del proceso. Durante todo este tiempo iremos desengrasando el caldo de vez en cuando y comprobando su evaporación para añadir agua hirviendo como dijimos, si es preciso. Es el momento de apartar ya carnes, tocinos y huesos y ponerlos juntos y bien colocados en una cazuela bien amplia para que sea cómodo luego a la hora de servir ir sacándolos de ella y colocándolos en una bandeja. Cubriremos la olla con cantidad suficiente de caldo para que luego o al día siguiente permita calentar bien las carnes y tocinos y evitar como decimos que se resequen.
De igual modo procederemos con los garbanzos. Apartaremos del caldo la bolsa que los contiene y los colocaremos en una tercera olla aparte (una seguirá teniendo el caldo principal, una segunda las carnes ya cocidas, la tercera la usaremos para depositar los garbanzos también cubiertos de caldo).
Ya sólo queda poco, en menos de una horita estará todo listo. Ahora tendremos en la olla principal exclusivamente el caldo. Es el momento de incorporar el relleno que tenemos ya frito y las patatas enteras peladas. Dejarlas hervir tapadas un rato porque lógicamente tardarán algo más en ablandar que las zanahorias. Incorporar éstas un rato después.
Dependiendo de la calidad y tamaño de las patatas la cocción puede estar entorno a la hora o posiblemente algo menos. Mientras se hacen las verduras podemos elaborar la salsa de tomate y comido que típicamente acompañará nuestro cocido madrileño.
No puede ser más fácil su elaboración, al menos como yo la hago. Escaldamos los tomates en agua hirviendo un par de minutos. Los pasamos por agua fría y los pelamos. En un mortero machacamos un dientito de ajo no muy grande y una pizca de cominos.  Añadimos los tomates troceados y machamos bien la mezcla sin llegar a triturar del todo para que quede con textura. Hay quienes agregan un poco de vinagre e incluso unas cucharadas del caldo. Yo la prefiero así de simple, rectificando con una pizca de sal la doy por terminada.
Estamos ya al final del proceso Han transcurrido más de cinco horas desde que comenzamos. Las verduras están ya blandas. Las apartamos en una olla y las cubrimos con algo de caldo.
El caldo principal habrá reducido bastante, a pesar de todo quedará muchísimo. A mí me gusta el caldo limpio de huesecillos y trozos de verdura que pueden romperse así que lo cuelo y reservo lo que preveo que no voy a utilizar.
Bien. El cocido está terminado. Si lo habéis hecho la misma mañana que vayáis a tomarlo tan solo tendréis que hacer la sopa de fideos y calentar de nuevo carnes, garbanzos y verduras antes de llevarlos a la mesa.
El caldo de la sopa lo tengo colado como he dicho y en la cantidad que preveo que voy a precisa en una cazuela. Tan pronto hierve añado un puñado de fideos tipo cabello de ángel por comensal y dejo hervir removiendo un par de veces mientras transcurre el tiempo para ablandarlos que no supera demasiado los cinco minutos.
Como es un plato de tan larga elaboración me gusta hacerlo el día anterior así que en este punto del proceso doy por finalizado el cocido. Al día siguiente, un rato antes de comer comienzo a calentar todas las ollas en las que tengo los distintos ingredientes y hago la sopa.
Veamos a continuación como se suele servir este cocido. Un buen rato antes de comenzar a comer, especialmente si tenéis hecho el cocido desde el día anterior y ha dado por tanto tiempo de que se enfríen totalmente, pondremos a calentar las cazuelas de las carnes y tocinos, la que contiene los garbanzos, y la de la verdura. También pondremos al fuego el repollo llevando cuidado de que el fuego sea muy al mínimo para evitar que se queme.
Tener en cuenta que una olla enorme llena de carnes y tocinos aunque el caldo que los cubre llegue a hervir no por eso está bien caliente el interior de las carnes. Deberá cocer unos buenos minutos tapada para que llegue a alcanzar una temperatura alta los ingredientes.
PRIMER VUELCO. Se lleva a la mesa la sopa de fideos que tenemos recién hecha y los acompañantes que suelen presentarse con este cocido madrileño.
Como comentamos en otro punto de este post, los acompañantes varían de una casa a otra. A mí me gusta poner una bandejita con piparras vascas y cebolleta fresca troceada.
Otra con una ensalada de lechuga o, como hoy porque tenía ya hecha, una ensalada de pimientos asados o cualquiera que os parezca apetecible y fresca para tomar con la verdura y carnes que vienen a continuación.
SEGUNDO VUELCO: En una bandeja se ponen los garbanzos, las patatas, el repollo refrito, los garbanzos y el relleno. Suele gustar acompañarlas de las piparras y el que quiere incluso con salsa de tomate.
Habitualmente las verduras se riegan con un poco de aceite de oliva virgen extra. Pero ya sabéis, en esto también va a gustos.
TERCER VUELCO: Tendremos las carnes ya hace rato cociendo para que se calienten bien. Las iremos sacando con cuidado de que no se rompan y las colocaremos junto a los tocinos y huesos que nos gusten (hay a quienes les gusta tomar el jamón del hueso o los de tuétano si los agregáis como ingrediente) también pondremos en ella los chorizos y la morcilla que previamente habremos calentado.
Lo habitual es acompañar estas carnes con la típica salsa de tomate que tenemos reservada. La presencia en la mesa de una buena ensalada ayudará a degustar un plato de tanta enjundia como éste.
Bueno hemos llegado al final del post. Ha sido larga la explicación. Verdad? Jejeje Espero no haberme olvidado ningún detalle que os lleve a tener dudas en su elaboración. Yo creo que no, que incluso el cocinero con no mucha experiencia podrá elaborar sin miedo este exquisito plato que es conocido no sólo en nuestro país si no que con razón traspasa nuestras fronteras.
Estoy segura que si lo probáis os va a gustar y aunque se tarda en su elaboración, habrá merecido la pena hacerlo porque os daréis y daréis a los vuestros un estupendo festín…
Ah..me olvidaba de un ingrediente! La siesta! Tan española como este cocido!! Ejjejejeej Después de meterte entre pecho y espalda estos tres vuelcos regados con buen vino y terminados con un Roscón de Reyes que trajeron mis invitados…os garantizo que antes de terminar con el café,  la cama os estará llamando a gritos para hacer una de esas siestas que nuestro querido (y malhumorado) escrito Camilo José Cela aseveraba que debía ser de “pijama y orinal”… ;)
Buen provecho, amigos!


NOTA: Los ingredientes y algunos comentarios previos a la elaboración están incluidos en el post anterior. Pinchad en el vínculo para consultarlos.