Hay dos tipos de tartas de queso, las que necesitan horneado y las que no. No sabría decir cuales me gustan más. Son distintas en su textura, en su sabor... quizás suele dar más pereza las que llevan horneado pero merece la pena invertir el par de minutos que nos lleva preparar el molde porque en realidad el tiempo de precalentado del horno lo aprovechamos para ir preparando la tarta y el del horneado... pues eso, podemos hacer mientras tanto lo que nos apeteza.
INGREDIENTES:
* 3 Huevos
* 3 Yogures naturales
* 2 vasitos de yogur llenos de azúcar (200 gramos)
* 1 vasito de yogur lleno de harina (3 cucharadas soperas bien colmadas)...
1 Sobre de levadura en polvo tipo Royal
* 2 Tarrinas de queso tipo Philadelphia (de 200 gramos cada un)
* Un par de cucharadas de harina para enharinar el molde
* Un chorrito de aceite de oliva virgen extra para aceitar el molde
* Unas cucharadas de mermelada de albaricoque (o de otra al gusto) para decorar la tarta.
1.- Como solo tardaremos unos minutos en tener lista la tarta para hornearla, lo primero que tendremos que hacer es ir precalentando el horno a unos 180º
2.- Ahora prepararemos el molde rociándolo con un chorrito de aceite. Con una servilleta de papel los embadurnaremos bien extendiendo el aceite por todo su interior, sin olvidarnos de las "ranuritas" que tenga. Así eliminaremos el sobrante de aceite y dejaremos únicamente una fina película.
A continuación echaremos en el molde aceitado un par de cucharadas de harina. Moveremos bien el molde para que la harina se distribuya por todas partes y lo sacudiremos bocabajo para eliminar el sobrante. Ya tenemos listo el molde con una fina película de harina pegada por el aceite que hemos puesto anteriormente y que impedirá que la tarta se adhiera a él durante el horneado además de facilitará su extracción una vez cocida.
3.- Procederemos a continuación a mezclar con una batidora o un robot de cocina todos los ingredientes (Excepto la mermelada de albaricoque)
Los batiremos todos juntos durante el tiempo preciso para que quede una mezcla muy poco espesa y sin grumos, totalmente homogénea.
4.- Echaremos la mezcla en el molde enharinado.
Como hemos puesto a precalentar el horno mientras hemos preparado la tarta ahora ya estará listo para que la metamos en él.
5.- Hornearemos a esta temperatura de 180º DURANTE LA PRIMERA MEDIA HORA SOLO CON CALOR POR ABAJO. Esto es para evitar que se forme una costra en la parte superior que impediría que la fuerza de la levadura que contiene la mezcla fuera suficiente para hacer subir la tarta.
El calor por abajo irá cociéndola sin endurecer la parte superior.
Miraremos de vez en cuando como va la cocción y si comprobamos que la tarta aún teniendo solo calor por abajo, se está dorando, la cubriremos con un trozo de papel Albal para impedir que se queme.
Pasada la media hora la tarta deberá haber subido un poco y por arriba aún no estará dorada.
Las temperaturas y los tiempos en los hornos siempre son variables dado que cada uno de nuestros hornos tienen su propia "personalidad". Lo mejor es disponer de un horno con distribución del calor por aire pero a falta de él (como es mi caso) será más que suficiente uno de los habituales como este que os muestro.
Pasada la media hora primera, pincharemos la tarta con un palilllo para comprobar el estado de cuajado que tiene.
Si vemos que está muy blanca aún por arriba y que casi toda ella está bastante líquida, alargaremos un poco la media hora de calor solo por abajo.
6.- Si por el contrario comprobamos que la primera media hora ha sido suficiente para que la tarta ya esté casi cuajada por los bordes y que únicamente el centro permanece líquido, PONDREMOS A CONTINUACIÓN CALOR SOLO POR ARRIBA DURANTE UNOS 15 MINUTOS MÁS APROXIMADAMENTE.
No dejaremos de vigilar la coccion, incluso podemos situar la bandeja del horno en una ranura inferior para que el calor superior no la queme tan rápidamente y permita que se vaya cociendo sin quemarse.
7.- Ya tenemos la tarta cuajada, dorada y lista para decorar. Finalmente extenderemos por arriba unas cucharadas de mermelada de albaricoque o de cualquier otro sabor que nos guste. Podemos hacerlo con la misma cuchara o ayudándonos de una brocha de cocina.
La dejaremos enfriar antes de consumirla. En invierno está rica sin meter en el frigorírico; en veramo si la queremos fresquita podemos refrigerarla pero cubriéndola con film de cocina para que no se reseque por arriba.