¿A quién no le gusta el flan? Un flan de huevo casero es uno de los postres más apetecibles y exquisitos que pueden tomarse. Suave, cremoso, bien fresquito, yo lo prefiero sin agujeritos, con un caramelo líquido de precioso color ambarino bañándolo, acompañado de una deliciosa nata montada, o de unas fresas maduras...Oh! ¿Puede haber algo más rico?
La cuestión es que a pesar de que su elaboración es teóricamente muy sencilla, no siempre nos queda perfecto. A veces sale sin cuajar, aguado. Otras veces el caramelo no está en su punto y amarga. Nos gusta ese flan con textura suave pero nos quedan los dichosos agujeritos en el interior. En ocasiones parecía que nos había salido perfecto pero a la hora de desmoldar... ¡Se nos rompe! Otras tiene una desagradable costra por encima.
La cuestión es que a pesar de que su elaboración es teóricamente muy sencilla, no siempre nos queda perfecto. A veces sale sin cuajar, aguado. Otras veces el caramelo no está en su punto y amarga. Nos gusta ese flan con textura suave pero nos quedan los dichosos agujeritos en el interior. En ocasiones parecía que nos había salido perfecto pero a la hora de desmoldar... ¡Se nos rompe! Otras tiene una desagradable costra por encima.